domingo, 31 de julio de 2011

Agora qué Celeste: Sabremos cumplir, sabremos cumplir, sa


Recreando el espíritu dialógico y opinológico de las antiguas ágoras griegas (al menos, como nos gusta imaginarlas), queda inaugurada una nueva sección colaborativa (entre las incorporaciones que se vienen) de Mediorama: el Agora qué. La propuesta es sencilla: un tema, sietes escritos, emanados de la pluma digital de los siete miembros de este colectivo medio serio. En esta ocasión, siguiendo la resaca de rating (y de alegría) que nos ha dejado el desempeño de la Selección, hemos elegido como tema “La Celeste”. Claro que, al primar en los temas el criterio de libertad antes que la estricta literalidad, la camiseta uruguaya no es lo único celeste que aparecerá en las opiniones de esta ágora virtual.


AnBu

Fui de las que estuvo prendida a todos los partidos de la copa. Me detuve en canales de televisión que nunca miro para empalagarme con las repeticiones, leí secciones del diario que habitualmente no me interesan y entré al Twitter de las personas vinculadas al mundo del fútbol. Festejé. Pero ya está. Estirar la hazaña alegando que en 3 millones de habitantes hay tantísimos futbolistas talentosos no me parece un mérito excluyente. Tampoco me agrada ver a nuestro presidente hacer leña política del árbol deportivo. Y mucho menos comparto el sentimiento de identidad o de nación que supuestamente el fútbol forja. Pero más triste me parece que gracias a que estamos en el quinto puesto del ranking FIFA, nos empecemos a hacer notar a tal punto que se acuerden de Rada en los premios Grammy.

Lourdes Nievas

Yo no vi el partido. Los que me conocen y saben de mi apego genuino y antiguo por el fútbol se sorprenderán. Es que quería evitarme la incomodidad de tener que verlo acompañada por mi familia, los otros partidos los había podido ver sola. Además no quería que los comentarios fuera de lugar tanto de mi madre (por ignorancia) y de mi padre (por aburrimiento malicioso típicamente oriental); no iba a soportar el “éste está emputecido del todo” refiriéndose a Forlán o “este viejo infeliz ya no sabe ni cuando mandar los cambios” por Tabárez. Entonces seguí toda la transmisión de 13 a 0 y fui feliz, me guardé toda la alegría para mí encerrada en mi cuarto con la excusa-no-tan-excusa de que tenía que estudiar para un examen. Pero recién dimensioné lo sucedido en su justa medida el lunes bien temprano mientras desayunaba, aprontándome un refuerzo de manteca y dulce de membrillo, como buena hija de Obdulio, y la mañana gris fue celeste.    

Kolo

Gracias, Celeste. Gracias. Nunca viví una fiesta ni compartí una alegría tan linda con tanta gente. Me emocioné y me sentí muy orgulloso de vos. Como aquella primera vez, volviste. Como tantas veces. Sos una cosa de locos. Durante todos los tiempos, generaste opiniones y sensaciones encontradas: felicidad, tristeza, enojo, orgullo, vergüenza, decepción y gloria. Gracias a vos, un país se sintió campeón. Se sintió feliz. 

Ruy Ramírez

Los triunfos del combinado futbolístico uruguayo han puesto al color celeste de moda. Ahora todos hablan y opinan de fútbol sin la necesidad de saber sus antepasados. Como los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, creo que es necesario repasar algunas cosillas que conllevaron a tal hazaña.
• En la cancha de Las Acacias un jugador es mordido por un perro cuando se disponía a patear un corner.
• Se prohíbe que entren niños con los equipos a la cancha debido a que en un clásico las mascotitas armaron una batalla campal antes del cotejo.
• Charly Batista es expulsado a los 40 segundos de un mundial por atentar contra las piernas de un escocés.
• Darío Silva alquila una casa cerca de la concentración y la llena de prostitutas. Cuando la prensa se entera que se escapaba de la concentración para enfiestarse, Darío declara: “Alquilé esa casa para mis primas”.

Mar Payssé

Que los resultados exitosos en el fútbol alimentan la identidad colectiva no es noticia para nadie. Como acontecimiento, el fútbol no se comunica por sí solo, sino que es construido a través de los signos y relatos del periodismo especializado y genérico, el mundo mediático de las letras impresas, las pantallas, las miles de publicidades. Por sí sola, ninguna Copa constituye el mito. El sinfín de palabras que relatan ese triunfo, a la vez, lo construyen. Me encantaría indagar cuántas veces los diarios se han referido a nuestros deportistas como héroes, gigantes, leones, titanes. Hazañas, proezas, hitos históricos… No habría que dejar pasar demasiado tiempo para investigar sobre las construcciones mediáticas en torno al desempeño positivo de la selección, indagando cómo se generan -a través de descripciones y narraciones nada transparentes- las figuras, las identificaciones, los mitos y las resonancias intersubjetivas a partir de goles objetivos que también se escenifican sobre canchas mediáticas.

SClarens

Mi amor por ella comenzó hace años, cuando la vi por primera vez en la televisión. También le dicen “Celeste”, pero no se trata de una selección de futbol, sino de una de las actrices argentinas más lindas que los canales abiertos, dentro de algún empaquetado, pudieron mostrarnos. Celeste Cid se me presentó en 2003 –con 18 años– en aquella novela llamada “Resistiré”, donde cada tanto dejaba ver su cuerpo en escenas candentes. Pero comenzó su carrera en “Chiquititas”, pasó por “Verano del 98” y realizó alguna que otra actividad más en televisión y también en teatro. Hoy que todos hablan de “la Celeste” yo también lo hago, pero prefiero sustituir el artículo “la” por este link: http://www.youtube.com/watch?v=Id7-LVciG-8&feature=related

Diego F1

¡Aguante el Pato Celeste! Por haber estado en las malas y en las peores. Porque en las buenas estuvo bien de boliche y/o hasta las manos con la ley. Porque supo sacarse su cabeza patuna para repartir guantes de local y de visitante. Porque fue de los pocos que pudo hacer unos mangos en épocas de crisis del mercado futbolero uruguayo. Porque es un pato que pone huevo’ y roba gallinas. Por ser mascota de la selección, animador de fiestas, inflador de globos, dealer y vendedor de humo. Por tener entre sus contactos al que manda (el Pepe) y también al que manda de verdad (el Paco). Por ser todo lo que los periodistas deportivos (especialmente ese gordito de cámara celeste) siempre quisieron ser y nunca podrán: amigo de los jugadores, querido por los niños, deseado por las mujeres y respetado por los hombres.

Por ser nuestro Pato. ¡Salu’ maestro!

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