Maigret, el
detective comisario que habita la obra de Simenon apostado en la base del Quai des Orfèvres posiblemente sea un paradigma dentro
de los detectives del método de proximidad psicológica, lector y traductor de
escenarios de la escena del crimen donde cada tanto despliega el histrionismo
que suele reprimir. Claros ejemplos serían cuando se hace pasar por Emile
Boulay, la víctima de turno en “La colère de Maigret” para
adentrarse en los nuevos negocios y concertar una cita pendiente del occiso que
regenteaba una serie de cabarets en
Montmartre. Las subidas y bajadas en el temperamento del comisario nunca
dejaban de sorprender a los implicados por más que lo conocieran con anterioridad
como los jueces y sus subordinados de la Policia Judicial; y por supuesto para con
los potenciales sospechosos no pocas veces la experiencia resultaba un tanto
extrema. La empatía para con estos el envolvimiento que emana la discursiva de
un sujeto en apariencia demasiado peligrosamente simple, que cuando interroga
parece estar pidiéndote ayuda porque hay cosas que no están claras y
lamentablemente “él es un veterano que cuando está en su oficina vive tapado de
folios listos para pasar a instancia judicial”. Expresiones como: “Esta vez le
tocaba a Maigret hacerse el ingenuo” o “Maigret asintió con un gesto de la
cabeza. Había tomado un aspecto de niño bueno y parecía dispuesto a las
confidencias” operan entre las líneas de diálogo hasta que llegan los “El
comisario echó a reir” “Pareció haber un momento de malestar entre los dos
hombres. Maigret en ningún momento manifestó la intención de no quedarse allí ”.
Jean Gabin como Maigret |
Esta misma foto estaba en uno de mis primeros libros de texto de francés, primer encuentro cara a cara con el señor. |
El hombre en
superficie normal que pierde el control, que duda, el alcoholismo siempre
latente, el estrés, la distancia rutinaria que se establece apenas como paréntesis
de la relación entre el comisario y la Sra. Maigret (sí, así aparece mencionada
en casi toda la saga) se combinan con expresiones como “Maigret fue a sentarse
en el reborde de la ventana, sin saber muy bien por qué había ido al despacho
de Lecoin”, “Recorrió de nuevo la lista con los ojos cerrados para sentir si
encontraba algo nuevo”, “Maigret permaneció inmóvil durante dos buenos minutos,
con los puños cerrados, y por fin, su rostro fue recobrando poco a poco el
color”. Hay lógicas, de las más explicables y de las otras que ni lucen ni actúan
como tales, cuando casi al final y el acusado le pregunta: ¿Nunca ha sentido ninguna
pasión, Sr. Maigret? y éste “finge no haberle oído, dándole la espalda, decidido
a no dejarse conmover” pero que en realidad termina en una gran recaída, sueño
agitado, necesidad casi patológica de caminar y caminar… mostrar eso es parte
del legado de Simenon para con la novela policial.
Trató de
dejar, sin éxito al menos evidente aún, los miedos a convertirse en el padre
que había conocido, quien lo obligaba de niño a acompañarlo a visitar a sus
amantes en sus citas, que maltrataba todo a su alrededor y se alejaba de cualquier compromiso con una
mujer entre otras conductas patológicas. Alguno podría decir que el compromiso
con Alex Eames (la eterna compañera, mucho más que solo un complementario apoyo)
va más allá de todo eso, es decir, la renuncia de ambos a la unidad cuando a
ella la nombran capitán y lo primero que le piden en su nueva función es
despedirlo, él renuncia primero para que ella pueda avanzar en su carrera y se
abrazan casi llorando y para sorpresa de todos ella decide presenta su renuncia
pocos minutos después porque la tenía preparada sospechando lo que le pedirían.
Eso se podría observar como una de las mayores muestras de mutua fidelidad
vistas jamás en este tipo de serie. Lo cierto es que hace unos cinco o seis
años NBC y la producción hicieron una
encuesta entre fans para saber qué opinaban de un posible romance entre Goren y
Eames, y en oposición a lo que esperaban, alrededor de un 60% dijo que mejor no.
Algunas opiniones de foro rezaban que eran uno de los últimos grandes ejemplos
en tv de la verdadera amistad entre el hombre y la mujer en caso de que exista.
La relación entre el detective y la bella psychokiller Nicole Wallace merece capítulo
aparte podría decirse que sacó lo más oscuro del tipo visto de las temporadas en
las que estuvo.
La serie ya
tenía final, había cambiado de detectives protagonistas dos veces (interpretados
en una etapa por Chris Noth y en otra por Jeff Goldblum) en estas temporadas
hubo un par de participaciones de D’Onofrio y Katherine Erbe que los fans de la
primera hora agendábamos con esperanzas de más.
Se terminó, pero volvió por ocho episodios con el dúo original (temp. corta
verano 11 U.S.A) dicen que a pedido de fans dentro del propio emporio Comcast dueño
desde 2009 de NBC. El nuevo final, mañana a las 22:00 en AXN.