sábado, 23 de julio de 2011

Platón vive y lucha

Fotografía: Ruy Ramírez
Apelaré a un ejemplo hartamente empleado –no por ello incierto ni irreflexivo– para diagramar un tema que me hipnotiza y que no agotaré en esta columna. Sabido es que Platón desdeñó la escritura como dispositivo de almacenamiento del conocimiento. Si el hombre ya no tuviera que acudir a su propia mente para confeccionar ideas, puesto que paulatinamente estarían plasmadas en un soporte inerte y a disposición para ser revisadas, ¿qué sería de la producción de conocimiento? ¿Qué distinguiría a los verdaderos sabedores de los meros imitadores que raptan los más acuciantes y profundos enunciados ya creados por otros? ¿Qué sería de la memoria si ella se viera facilitada por una prótesis llamada escritura?

Por suerte Platón nos dejó su legado escrito, así hoy podemos seguir discutiendo sus pensamientos para nada caducos. Esa paradoja platónica –criticar la escritura escribiendo–, envuelta en una tecnofobia poco disimulada, nos parece obsoleta, ridícula, perecedera. ¿Quién argumentaría en contra de la lecto-escritura con los mismos fines que Platón? Sin embargo, la aversión a ciertos hitos tecnológicos, se renueva permanentemente en Occidente.

Puedo hablar de las redes sociales como la última gran avalancha que modifica algunas estructuras comunicacionales, sociales y culturales. También puedo abordar la telefonía móvil (¿o mensajería móvil?) que introdujo un sub-código lingüístico propio antes que el Twitter.

No obstante, me detendré en la televisión porque ella, aun instalada y apropiada, siempre (y lo vuelvo a afirmar: siempre) posee flancos para ser atacada.

No me parece adecuado debatir acerca de ella en los términos de “chatarra” o “no chatarra”. ¿Qué es la televisión chatarra? Para adjetivarla así, primero habría que definir qué es lo que se pretende ver en su programación y en caso de que no cumpliera con las expectativas, señalar qué es lo que no corresponde. Pero, ¿cuándo se enumeró qué debería transmitir la señal televisiva? ¿Qué se supone que debe mostrar la televisión? ¿Ópera? ¿Teatro? ¿Ballet? ¿Documentales? En realidad, ya lo hace. Por otro lado, ¿desde cuándo el estándar es el de la cultura entendida en parámetros elitistas? Estoy segura de que Platón también se rió de algún chiste de Jaimito, es decir, hasta el más erudito debe haberse desprendido en más de una oportunidad de aquellos momentos de alta concentración analítica.

Fotografía: Ruy Ramírez
¿Qué metas perseguimos de la televisión? ¿Que nos eduque? Sinceramente, yo no pesquiso el lenguaje televisivo para que me eduque. Si tomo una matriz de aprendizaje laxa, puedo asegurar que se adquieren conductas y que se adoptan modelos que nos avasallan desde la televisión y que no siempre son los ideales (en un sentido platónico). Entonces, ¿por qué seduce tanto si nos des-educa, nos tuerce, nos desvía? Soy hija de una generación televisiva y como para muchos otros, ese aparato prismático cautivó mis pupilas desde muy pequeña. De todas maneras, mi proceso de socialización fue y es mucho más rico y complejo como para culpabilizar de mi mal-crianza a la televisión. Cierto es que actualmente las subjetividades se van moldeando cada vez más no sólo por una imagen televisiva, sino también por una vida televisada. Cualquier vecino, cualquier edad, cualquier ciudad, puede ser partícipe de un “reality show”. Justamente, de un “show” que simula ser real.  

Otro disparo que se atina sobre la televisión es su finalidad de lucro. La tele quiere vender... sus productos. Con este punto disiento en el cimiento mismo. No es un descubrimiento que sea una empresa y, según las leyes capitalistas, debe ser rentable. Seguramente el supermercado de tu barrio también quiere que sus números no estén en rojo. Quizás esa casa de zapatos te descuente el IVA para que te lleves dos pares en vez de uno. La casa de electrodomésticos permitirá que abones en cuotas con tu tarjeta de crédito el LCD que, contradictoriamente, te llevarás orgulloso a tu casa para observar las chatarras que no te educan, en la comodidad de tu domicilio y con alta definición. Probablemente, la maldición y bendición de la televisión es el de ser una empresa “pública”, de la que cualquiera pueda hablar.
 
Tal vez dentro de 25 siglos alguien se detenga a observar cómo criticábamos la televisión con la misma devoción que la devorábamos. Y quizás arriben a la misma conclusión que nosotros respecto a Platón y la escritura. Es cierto que con la misma técnica se escribieron maravillas y al mismo tiempo pesadillas. Con todo, no es culpa de la tecnología, ella está a nuestro servicio, hay que resolver qué hacemos con ella y qué hacemos de ella. Por lo tanto, nosotros, ¿qué hacemos con la televisión?

jueves, 21 de julio de 2011

Ese pe

Un uruguayo como yo (o al menos parecido a mí) puede tener muchas cosas en la cabeza en este momento, pero seguramente ninguna lo tenga tan entusiasmado como el fútbol, y cuando digo fútbol digo la Copa América y cuando digo la Copa América digo ¡Uruguay noma’!

Como Uruguay no hay

Celeste soy yo
Lo que nos tiene emocionados no es precisamente mirar los números de nuestra mitología (¿nuestra numerología?), no son los dos trofeos olímpicos ni los dos mundiales ni las 14 copas América ni todos lo otros resultados divididos por ese otro número nuestro, que ya todos sabemos y no hace falta nombrarlo.
Lo que nos tiene así, con ganas de decir 3 millones de cosas a la vez y no tener palabras para eso, es justamente no entender un carajo lo que está pasando pero disfrutarlo a pleno.
Algunos integrados podrán decir que es la sensación de lo que dejó Sudáfrica y lo que está dejando esta Copa, es decir lo que están dejando los jugadores en la cancha que además son buenos tipos, se llevan bien y juegan bien porque no están para la plata ni para las fotos, éstos juegan por la camiseta. Pero no, no es eso, hay algo más. Y entonces otros más apocalípticos dirán que es la exaltación de la uruguayidad (si es que existe tal cosa) donde toda la publicidad sale a explotar la nueva tendencia de moda, ser uruguayo o mejor dicho ser celeste. Pero para mí tampoco es eso, y tratando de saber qué es lo que nos está pasando me tomé a mí mismo como objeto de estudio en circunstancias donde la emoción sería altamente observable.


Anacrónica

Sábado 16 de julio (esta historia empieza 61 años antes), 19:15, explanada de la Intendencia, llegué con el partido empezado buscando a mis colegas entre el tumulto que cantaba, gritaba, saltaba y miraba el choque futbolístico mas importante de los últimos años frente a la pantalla gigante de IMPO. El clásico más viejo del mundo, la rivalidad futbolística (rivalidad, no enemistad) con más historia sumaría un capítulo más donde unos se quedan con la gloria y otros con unas vacaciones bien pagas. Que la igualdad de partidos ganados (13 para cada uno) y seguir con la posibilidad de convertirse en la selección que más veces ganó la Copa, honor compartido por argentinos y uruguayos con 14 Copas cada uno, que si Messi es argentino, que si Gardel es uruguayo, que si tenemos garra pero no tenemos fútbol, que todos los periodistas deportivos de la vecina orilla no hacen más que desagradar al uruguayo promedio (que somos todos), que si nunca ganamos con Amarilla de juez, que el Hormiga Alzamendi diciendo le arruinamos el pastel, que si Forlán no moja o no quiere mojar, que si Zaira y hasta el Tano Pasman.

Llega la hora de la verdad, el partido:

5’ GOOOOOL EL RUSO NOMA! (Gol tempranero, raro ya que a nosotros nos gusta sufrir para ganar)

17’ NUUUU… SILENCIO (se empiezan a emparejar las cosas pero nosotros funcionamos con desventaja)

39’ PATADOOOON EL RUSO NOMA! (después de no conseguir nada de pelota quieta Diego Pérez vuelve a ser el héroe dándole esa desventaja que tan bien le hace a Uruguay)

Termina primer tiempo y me doy cuenta de que me empezó a arder la garganta, pero lo normal de cantar bajo el frío y mandar algún que otro improperio.

Segundo tiempo

Y acá más que nada imágenes: el peligro que generaba Uruguay con un hombre de menos, la impotencia del seleccionado argentino por no saber qué hacer con el balón para que se metiera debajo de esos tres palos bien custodiados. Hasta Jimmy Jump que entró en el minuto 13 a ponerle el famoso gorro a Agüero y se llevó de recuerdo unos buenos golpes.

Por el minuto 75 más o menos, tuve la sensación de que los rivales de turno no podían ganar de ninguna manera, como si estuvieran destinados a perder, lo que por lógica sería que estábamos destinados a ganar para aumentar la mitología celeste, y de repente…

’86 ANDATE BURRO %$#@! (expulsan a Mascherano, la cosa se vuelve a emparejar, cosa que sabemos que es mala o buena porque uno empezaba a creer que este Uruguay ya no era solo el David frente a Goliat, ahora era psicológicamente fuerte y capaz de soportar cábalas y contra-cábalas).

Alargue

La gente ya a esta altura gritaba un despeje del Mono Pereira como si fuera un gol de afuera del área. Tumultos de personas cantando y saltando, mucha ansiedad pero seguíamos disfrutando el partido, lo que era todavía mas raro, es decir, Argentina no podía ganar porque le faltaba huevo y Uruguay tampoco porque nadie estaba sufriendo. Por suerte Messi se encargó de darnos tranquilidad, haciéndonos sufrir, desplegando todo su arsenal de toques mágicos, ahora sí podíamos ganar. Muslera, bueno, no sé como decirlo, Muslera. Todo estaba muy cargado, hasta quedaba tiempo para que Suárez, Forlán y el Palito (sí señores Álvaro Palito Pereira) le pegaran un susto a los porteños. Y ahí una imagen que no voy a olvidar jamás: el mejor jugador del mundo, el más cotizado, el más laureado, intenta todo lo que puede y la pelota no entra, queda rendido tirado boca abajo frente al arco con la banda de capitán en su brazo. Recordé lo que era la compasión.

Penales

Ya todos saben, yo me quedo con el festejo de Forlán, el festejo de Scotti, la frustración de Tévez, el Pelado Cáceres y… ¡BOOM! Fiesta, historia, sin palabras, afonía. No recuerdo más nada. 

 
Por ahí estoy yo, cómo voy a estar este domingo. 
Si vez a alguien gritando un gol de Uruguay, soy yo.

No solo ese partido me redujo la voz, sino que no supe qué es lo que nos tiene así. Dudando si escribir o no un post como este por no ser yeta para este domingo, ¿qué razón iba a tener para publicar esto? 

Al otro día del partido me enteré que el Estadio Centenario se construyó en las afueras del Montevideo de esa época y que la ciudad siguió construyéndose alrededor de él. Tal vez esa es la explicación, no solo el fútbol puso a Uruguay en el mapa, Uruguay puso al fútbol en su mapa, bien en el centro, cerca del corazón.

miércoles, 20 de julio de 2011

Nos congelamos

Es el frío y soy yo,

mis manos congeladas buscan mis mejillas

justo antes de dormirme.

La fiebre avanza con la madrugada,

la tos despierta del delirio a sueños y pesadillas.

Amanece de nuevo pero la luz del alba

no entinta los vidrios que miro apenas destapándome.

Nada de eso importa,

ya en la ducha muevo los pies constantemente

para que no se quemen congelados.


Un gato vino a morir al reparo de mi ventana,

sólo ayer de tarde me regaló un postrero maullido,

una última mirada amarilla

que había suplido apenas la ausencia del sol.

Lo envolví en muchas bolsas negras,

de las gotas de la llovizna que iban quedando

surgían destellos de colores.

Después recogí la comida que le había dejado

y que no llegó a tocar.


Tardío, un poco asqueado, desayuno,

hay músicas:

son ellas,

las salvadoras de la des-(luz)-ida

novel anquilosada mañana.

Ya no tengo sueño pero cierro los ojos.

Solo resta salir de viaje a como dé lugar...

martes, 19 de julio de 2011

El día de Rada con Chiqui Legrand

Jorge Pérez
Sé que sucedió, sé porque yo lo vi con mis ojos infantiles de mediados de los ‘90. Casualmente, el programa de los almuerzos estaba sintonizado porque venía después de las Patoaventuras, y todavía faltaba un tiempo para que empezara Matlock en un Canal 10 que por aquella época era Canal 10 y no el canal uruguayo.
Rada, que tenía un espectáculo en la calle Corrientes, fue invitado junto a otros sujetos que también estaban en la misma impronta. Por lo tanto era una jornada común de Mirtha, no pretendía ser un programa memorable, era tan solo un martes (en caso de que haya sido un martes).
Creo que empezó bien (o no tan mal). Rada se había ido con una toga color verdecito manzana, y había tirado un par de aguditos ya en la presentación de los invitados que hacía la señora del finado Tinayre antes de la ingesta.
La cosa empezó a derrumbarse justo después de la presentación que hizo la locutora, la cual incluyó la discrepancia que hay en el Río de la Plata en tanto el acento gramatical de Rubén o Ruben. Apenas se prendieron las luces y antes de que Rada se pusiera a usar los utensilios de la mesa como elementos de percusión, se dijeron las palabras funestas que se forjaron en mi memoria.

Mirtha
Es la primera vez que viene un negro a comer.

Rada
La primera y la última.

Mientras culminaba la frase el uruguayo, con poca habitual seriedad, se paró, dejó la servilleta y se fue. Nadie dijo nada en la mesa, hasta Mirtha quedó sin habla. Solo el corte pudo cortar el silencio.

lunes, 18 de julio de 2011

Imaginando a Diana

¿Cómo sería Diana de Gales ahora, si nunca hubiera ocurrido el fatídico accidente en Paris aquella noche de 1997? ¿Cómo luciría? ¿Con cuántos millonarios musulmanes se habría casado? ¿Cómo se llevaría con quien sería su reciente nuera? Es este el tipo de preguntas que todos nos hemos formulado, y que no nos dejan pegar un ojo a la noche. Por eso Newsweek (uno de los semanarios de noticias con más difusión en Estados Unidos) se ha encargado de contestarlas, imaginando a Lady Di al día de hoy. Es decir, convirtiéndola, otra vez, en imágenes.

Si estuvieras aquí 


Hace algunos números, con motivo del que sería el cumpleaños número 50 de la etérea “princesa del pueblo”, la retorcida imaginación sensacionalista de la videosfera mediática actual se sirvió del ilusionismo del Photoshop para crear una de las portadas más absurdas de los últimos meses, donde se ve a una señorial Lady Di caminando amistosamente junto a la flamante esposa de su hijo mayor.

De esta forma, haciendo uso de la técnica de envejecimiento digital, Newsweek se responde: Lady Di luciría hermosa y esbelta como siempre, con un estilo acorde a las más sofisticadas fashionistas, su eterno cabello corto y rubio, su cálida y caritativa sonrisa. Y lo más importante: congeniaría a las mil maravillas con Catherine Middleton, ambas codo a codo en los eventos de alta alcurnia, en las tiendas más refinadas de Nueva York y en las galas benéficas de Londres.


La pregunta “qué habría sucedido si Lady Di estuviera viva” es solo el puntapié inicial de una cadena de especulaciones tan morbosa como fútil (al igual que las de los paparazzi que, según dicen, la llevaron a la mortífera velocidad de la carretera parisina). Un par de arrugas digitales, una actualización tecnológica (teléfonos celulares de última generación, Twitter con millones de seguidores) y un fotomontaje junto al nuevo icono de la realeza, Kate, son los elementos suficientes  para retratar a Diana a los 50. Elementos superficiales, claro, como los registros de las cámaras, como las capas del Photoshop, como las imágenes con las que nuestro universo mediático juega sin cesar, sin importar la verdad o la falsedad, la vida o la muerte. Lo que Diana hubiera sido es la “noticia” del “News”week. Un acontecimiento que no es, ni fue, ni será. Algo que ni siquiera sería, sino que tal vez podría haber sido. Un juego de tiempos sin sentido, plasmado en un mero truco de imágenes: un simulacro.



Las imágenes no mueren, pero resucitan


El ciudadano común (y más en estos lares sureños) no tiene forma de comprobar la veracidad de los sucesos informados. Hay un contrato tácito de que los medios, más o menos, nos narran los acontecimientos ocurridos en la realidad, y que podemos confiar en ellos. Sin embargo, simulacros como el de Lady Di envejecida y caminando junto a una chica que nunca conoció nos hacen pensar que, perfectamente, podría haberse mantenido a la princesa viva en fotografías trucadas y noticias verosímiles. Para nosotros lo mismo habría sido. Después de todo, el mundo de los personajes videosféricos y las estrellas de Hollywood no es más que eso: un conjunto de iconos reproducidos hasta el hartazgo, cuyo referente nunca conocemos en directo. Por eso mismo son superestrellas, por eso son ídolos inalcanzables: porque no son más que imágenes.

¿Quién dice que Kate Middleton no es también una infografía simulada? Y acaso, ¿habría alguna diferencia? Como en aquella película donde Al Pacino creaba una actriz digital, Simone, que todos admiraban como la más bella de Hollywood, también nosotros nos entregamos a ese juego donde nos alimentamos de imágenes estelares, a la vez que las alimentamos para que no pierdan su brillo.

domingo, 17 de julio de 2011

Uruguay: contra todos los que se vengan


Ganó Uruguay y dejó sin fiesta a los argentinos. Como hace años que venimos haciendo, cuando todo está en contra de nosotros, sale ese “no sé qué” (léase rebeldía, garra, culo, mística, huevo, no sé) para dejar a los anfitriones con los fuegos artificiales sin prender, y sin la copa, por supuesto. Eso, para mí, es #rwack.
Ayer leí “si es 16 de Julio, no juegues contra Uruguay”.
Salú celeste. Gracias por tanto.
Te paso unos videos de las fiestas que arruinamos. ¡¡¡Uruguay nomá!!!

Contra Brasil, en el ’50:


Contra Argentina, en el ’87:


Contra Ecuador, en las eliminatorias pasadas:


Contra Sudáfrica, en su mundial:


Contra Argentina, ayer: