sábado, 18 de junio de 2011

Soy sabio o soy linda

Fotografía: Federico Pérez
Pensemos en atributos como la valentía, la sabiduría, la fuerza, el honor. Asociémoslos con algún sector de nuestro cuerpo y percibamos si los sentimos como innatos o como adquiridos. Por último, analicemos si esas cualidades son asignables a mujeres o a varones.

Hagamos el mismo ejercicio, pero esta vez con la belleza, la delicadeza, la pureza, el miedo. 

Por lo general, los rasgos enumerados en primera instancia son calificativos masculinos que suponen un esfuerzo constante por conseguirlos (y un logro si se obtienen) porque histórica e insistentemente reproducimos esos valores intangibles como moldes que los masculinos están obligados a perseguir.

Fotografía: Ruy Ramírez
Por otro lado, la listita del segundo párrafo nos conecta con la feminidad. Ya no se trata necesariamente de metas o características alcanzadas, sino de propiedades que se tienen, que las dota la naturaleza.

Ese mecanismo supone una complementariedad casi perfecta, en donde la completud se adquiere con la unión de opuestos, es decir, cuando cada uno busca lo que le falta en otras personas.

Una de las grandes consecuencias que acarrea este dispositivo es dicotomizar a las personas, dividirlas binariamente, y obligarlas a jugar del lado de un único bando. Otro resultado es diagramar permanentemente estereotipos que con el correr del tiempo modificarán sus cláusulas, pero no el tipo de contrato al que todos nos sometemos. Todos estamos estereotipados. 

Si bien esto conduce a ciertas relaciones de poder asimétricas entre varones y mujeres y a metas rígidas de subjetividad, ahora quiero que hagamos una última reflexión que va por otro lado. Cuestionémonos qué nos sucede si no logramos acoplarnos al canon hegemónico que se nos impone. ¿Qué pasa si soy un varón “afeminado”? Por lo menos soy un puto, un marica, o un chupa pija ¿Y esa mujer que se identifica con aptitudes masculinas? Es una marimacho, un Carlitos, una macho Bartolo.

Complejicemos la situación con una variable como la orientación del deseo erótico-afectivo: ¿cómo tratamos a un homosexual como sociedad? ¿Cómo adjetivamos a un o a una transexual?

Fotografía: Ruy Ramírez
Aquellas personas que poseen características “híbridas” –masculinas y femeninas– habitualmente son desplazadas del rótulo de “normales”, seriamente discriminadas y simbólicamente asesinadas. Forman parte del sistema (por más que se ubiquen en un margen) ya que gracias a ellas nos sentimos más cerca del estándar que diariamente nos martiriza por su insaciabilidad, intolerabilidad y despotismo.

Distinto sería si todos comprendiéramos que somos seres diversos. Por un lado, dejaríamos de taxonomizar a los sujetos en hombres, mujeres, putos y marimachos. Por el otro, no andaríamos  tan angustiados por no poder ser lo forzosamente sabios o lo suficientemente bellas.

viernes, 17 de junio de 2011

Al fondo que hay lugar

Foto: Ruy Ramírez
Hace muy poco vi a un conductor de un ómnibus dejar caer a una mujer a la calle desde la puerta del coche. El “animal” abrió la puerta mientras coche estaba en movimiento y la mujer, que iba a bajar, esperó a que aminorara la marcha. Cuando creyó que el vehículo se detenía (de hecho ya casi frenaba por completo) acercó un pie a la vereda. En ese momento el ómnibus aceleró (nunca llegó a detenerse por completo) y la mujer, impulsada por el acelere repentino, cayó a la calle. Sin entrar en el evidente escándalo que se dio en ese coche luego de la “bestial” actitud, me pregunté: ¿en qué quedó aquello del transporte público como un “servicio”?

El Sistema de Transporte Metropolitano (STM) depende de la coordinación entre las empresas de transporte que circulan por la capital –Cutcsa, Come, Raincoop, Coetc y Ucot– y la Intendencia de Montevideo (IM). Allí se ejecuta un plan de acción, donde se establece que cada empresa tiene adjudicadas determinadas líneas y que a cada línea le pertenece un recorrido con determinada frecuencia.

En los últimos años la situación del STM mejoró. La nueva tecnología permite llevar un estricto control del número de boletos vendidos, evita que los guardas viajen con grandes cantidades de dinero y facilita la ubicación del ómnibus gracias al sistema GPS instalado en las máquinas expendedoras de boletos, entre otros beneficios. Sin embargo, el transporte público debe modificar varios aspectos para que se pueda afirmar que se habla de un servicio.

El ómnibus burgués y perverso

El precio del boleto es elevado: $18. La comuna se enfrentó a la inflación, al costo por renovación de flotas y al aumento del salario mínimo de los trabajadores municipales, entre otras dificultades (recordemos que el precio del combustible no afecta al boleto dado que lo subsidia el Ministerio de Transporte). Si la IM no tiene fondos para subsidiar el precio del boleto –sin contar el de estudiantes y jubilados que sí los subsidia– y evitar de ese modo que aumente de costo, no me explico cómo es posible que aumente los salarios de los trabajadores. Evidentemente, el usuario del STM protestó menos que los trabajadores nucleados en la Asociación de Empleados y Obreros Municipales. Puede que esta comuna solo facilite las cosas cuando se siente presionada.

Por otra parte, la condición en que viajan las personas en las horas “pico” es indignante. Entre las 6 y las 8 horas, y entre las 18 y las 20 horas, los ómnibus de la capital circulan repletos y los pasajeros se ven obligados a viajar incómodos y con poca, o escasa, movilidad. Según declaró a Metrópolis FM el director de Tránsito y Transporte de la IM, Hugo Bosca, esta dificultad es sabida por la comuna y se solucionará cuando finalicen las obras en la Avenida Garzón, que dan inicio al denominado “Plan de Movilidad”, con el que modificarán las principales avenidas de la capital: corredores más grandes para los ómnibus, paradas cada 400 metros y una velocidad comercial que llegará de los 17 a los 20 kilómetros por hora (hasta ahora se encuentra entre 13 y 14 kilómetros por hora). Según Bosca, “se colocarán terminales en puntos clave para que los ómnibus se descongestionen allí” y de ahí varios coches locales partirán hacia los barrios, viajando de ese modo con menos pasajeros. Las obras en Garzón culminarán en 14 meses, ya con la primera de estas terminales construida en Colón. Justamente ahí radica el problema: habrá que esperar varios meses para ver, no la solución al problema del hacinamiento en los ómnibus, sino el inicio de lo que las autoridades estiman será la solución. Para aquellos que solemos viajar en ómnibus, sabemos que este problema no tiene pocos años de vigencia en la capital.

En este momento al frente de la IM se encuentra Ana Olivera, docente de profesión. Rechazo la idea de que le falte inteligencia para gobernar y por ello creo en un cambio de actitud ante la problemática del transporte público. Juan Salgado, presidente de Cutcsa, afirmó a Metrópolis FM que “tenemos uno de los mejores transportes de América Latina”. Si bien Salgado trabajó durante años en un ómnibus, quisiera saber hace cuánto que no se sube a un 185 –de Cutcsa– y viaja desde el Cerro hasta Pocitos a las 7 de la mañana, cuando las cosas se ven como son.

jueves, 16 de junio de 2011

Banksy, el bandido


Otro mundo es posible. Tal vez no, pero en una sociedad donde ser pesimista es ser realista y ser realista está bien, a veces llevar la contra es darse un lujo. Y si ser contestatario es darse un lujo, pocos en el mundo del existencilismo actual se dan ese gusto como este pibe.
Banksy es una leyenda que trascendió las infinitas paredes del mundo para convertirse en un icono iconoclasta de la contracultura pop (y no tan contra: colaboró con la apertura de un capítulo de los Simpson -muy buena por cierto- y dirigió una película documental que terminó nominada a los Oscar).
Después de salir de este pequeño trance académico me puedo aflojar y decir: ¡este Banksy es tremendo bandido! La verda' que uno viendo las cosas que hace este tipo no puede evitar quererlo por lo que al final de cuentas es, un optimista enojado. Para ordenar un poco (tarde) y para los que no tienen idea de sobre quién estoy hablando, Banksy (escondido bajo un pseudónimo y un pasamontañas) es básicamente un flaco en Inglaterra dedicado al stencil y al culture jamming gráfico (en un futuro voy a tratar este concepto pero si no sabes lo que es ponete media pila y buscá, ¡estás en Internet!), alterando la cultura en su lugar mas violento: la urbe. Su otra gran pasión es alterar obras de arte para re-significarlas, o sea, todo un guerrillero semiótico. Su capacidad para manejar la ironía, la ternura, la violencia y las incongruencias de su visión del mundo, evidencian la claridad de sus ideas y de sus temas (la policía, la represión, la pobreza, el consumismo etc.).
Algunos dirán que Banksy no aporta nada al cambio social más que crítica cultural, otros más pilladitos podrán decir que es una copia de lo que hizo en Francia Blek le Rat, y yo estoy casi de acuerdo con la salvedad de que para mí, aporta muchísimo más que alguien que solo se dedica a señalar lo que otros parecen hacer y no hacen o parecen inventar y copian (que por cierto ¿cuántos conocen el original gracias a la copia? ¿cuántos hablan de Blek le Rat gracias a que Banksy lo nombró como su principal influencia?).
Sé que su obra habla por sí misma y que mis palabras tal vez sobran, pero todo tiene una explicación, detrás de cada pequeño-gran mensaje de Banksy se esconde un único mensaje, para que otro mundo sea posible no hay que reproducir, hay que crear.



Un recomendacion, entrate a la página y junate las dos secciones, una llamada Inside y otra llamada Outdoors. Y otra cosa, por si no te diste cuenta esta sección llamada Imagine se trata de ponerle huevo a la existencia sin perder la ternura jamás.

miércoles, 15 de junio de 2011

Educaciones políticas y sentimentales

No sé por qué anoche a última hora, al ver en un noticiero fragmentos del debate parlamentario sobre la nueva propuesta impositiva al agro recordé un pasaje de La Educación Sentimental de Flaubert.



Era esa hora en la que creés que estás despierto, en la qué poco te importa que comés, que ves pero aún no te querés ir a la cama porque sabés que a pesar de estar cansado no podés dormir, lo cual te fastidia todavía más.
Y es así que divisé flotar comentarios sin espesura alguna como nenúfares en un apacible tajamar de supuesta pureza, niños aburridos los movían sin gracia con palitos estirando los brazos.
Pululan parlamentarios de pobres enunciados únicos que para peor se los pegan en improvisados inestéticos carteles para lograr el nivel mínimo de comprensión de los demás, como si estuvieran explicando sin saberlo –creo, de manera jocosa en realidad- la ley de Graham (la velocidad de difusión de un gas es inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su densidad, es decir, cuanto menos denso se propaga más rápido) en vez de estar pasando directamente a una demostración; y poner unos megaparlantes con lucecitas azules (como los del auto de mi primo Mike) con el jingle de la Catalina, ya que la consigna viene de bancarle la cabeza al Pepe.
Me fui un poquito al carajo, capaz, pero el nivel del debate se correspondía con la idea de la performance, ¿o no?.
Decía al principio que al percibir ese panorama bastante desestimulante, en mi cabeza se había disparado un pasaje de La Educación Sentimental de Flaubert, y fue el de la Toma de Tuilieries en la revolución de 1848 en la que el protagonista Frédéric Moreau, testigo del hecho, se encuentra con un tal Hussonet y se sorprende porque este bohemio que había conocido en una situación muy distinta, ahora le confesaba “haberse metido a la Corte. Y bueno ahí buena farsa, ¿no?”. En medio de la revuelta, la invasión al Palacio y lo que hacen en él “cada uno satisface al fin sus caprichos” al atraverse tras pasar largos ratos contemplando como “masa inofensiva” como describe a esa masa Flaubert. Hussonet pasaba de maravillarse: “¡Esto será un mito! Vea al pueblo soberano” a cuando se vio rodeado de la “alegría frenética” (de cómo se apoderaban del lugar destrozándolo, bailando, tomando, soldados empujando por la cintura a las prostitutas por los aposentos reales mientras que Frédéric se detenía frente a una muchacha que en el cuarto de la reina se quitaba limpiaba sus bandanas con lo que allí encontraba); solo le quedo terminar despotricando: “Salgamos de aquí, este pueblo me asquea”. A lo que Frédéric responde: No importa, al pueblo yo lo encuentro sublime”.
No es que esté comparando a algunos de los parlamentarios que escuché anoche con Hussonet, pero me molesta y bastante los que se llenan y han llenado la boca de pueblo, elegidos (en las urnas pero también entran definiciones más místicas) para ser los sabedores de lo que quiere la gente y los encargados de simplificarlo para que todos lo tengan claro, mientras solo buscan arengar para que la masa vaya a alentar, que la gente salga a mostrar apoyo público “defender” cualquier cosa, en este caso la fuerza llamaría a respaldar al presidente. Pero cuando el montón no muestra acuerdo y acata, habiéndose equivocado o no, aquellos elegidos se sorprenden y recriminan, como si a ellos se debieran más de lo que ellos le deben a esos que representan; y hasta se dan el lujo de mostrar desprecio.
No sé si en este momento estaría dispuesta a salir al montón a manifestar mi adhesión pública a este gobierno que orgullosamente voté, dudo mucho, me gustaría que el tiempo y las energías se gasten en el trabajo de gobernar y no en la chicana interna del yo sí y vos no, o sacar campañas publicitarias que siento que me faltan el respeto como ciudadana, yo le digo no a la propaganda constante, vacía, idiotizante, que parece una parodia política de una triste estrategia autoritaria del S XX. Sí a las discusiones en serio, no pienso perder mi tiempo en arengar a la gente a que encare para que otros dejen de poner palos en la rueda.
Tá ponele que a esa hora cuando me descolgué de la cuasi comparación ya estaba recontra quemada, pero no me compliqué mucho más: cambié de canal, y en E! repetían la última temporada de Project Runaway.


martes, 14 de junio de 2011

Waldemar Tenuta entrevista al Ex ministro Mosca

Ilustración: Maite Domínguez
Waldemar Tenuta – Acaba de terminar su tiempo al frente del Ministerio de Economía con fuertes críticas. ¿Qué opina al respecto?
Ex ministro Mosca – Yo siempre fui partidario de juzgar al poeta por sus mejores versos.
WT – Pero usted es economista, no poeta.
EM – Es una metáfora.
WT – Una metáfora es de poetas.
EM – Sí, pero no todo se puede decir con números.
WT – Ahora, y como poeta homosexual, ¿qué opina de sus detractores?
EM – No soy gay.
WT – Por favor, es sabido que todos los poetas son homosexuales.
EM – No soy gay y tampoco soy poeta.
WT – Me da igual porque no lo trajimos para hablar de la poesía ni de la homosexualidad. Para eso viene Carlos De Lima la semana que viene. Hable de economía.
EM – Como decía, creo que hay que ver lo positivo de todo.
WT – ¿También es hippie Mosca?
EM – No, solo digo que, pese a la merma de la producción, le di mis cosas a la sociedad.
WT – ¿Qué le dio?
EM – Mucho, por ejemplo el carnaval.
WT – ¿Por qué habla de carnaval? ¿Se hizo Tupamaro?
EM – No me gusta el carnaval, pero gracias a mí avanzó bastante.
WT – ¿Por qué, como no hay plata para ir al cine o a otra expresión más sublime de la cultura, la gente va al carnaval?
EM – No es por eso. Es más un tema de las letras. Todos los chistes que se hicieron y se pueden hacer con mosca. Porque ahora a la plata se le dice mosca y yo soy Mosca y soy Ministro de Economía.
WT – Ya no, por suerte.
EM – También hubo chistes de que no me quieren ni las moscas.
WT – Porque arruinó la economía.
EM – Hubo algunos de que yo era un sorete; esos no me gustaron mucho. Incluso creo que los Patos Crónicos hicieron un cuplé entero. Era algo así como: “S, sí, sí, ministro Mosca… cantando los patos le buscan la rosca…”
WT – Mosca, si se separa y baila, la cámara no lo puede encuadrar. Además –aunque sea difícil de creer – está dando más vergüenza que en el ministerio.
EM – “…vuela a la Casa de Gobierno, porque como a toda mosca, lo atrae la bosta. Sí, sí, sí ministro Mosca… cantando los patos le buscan la rosca…”

lunes, 13 de junio de 2011

El reporte del deporte


Esta madrugada soñé que comenzaban los Juegos Olímpicos y que los medios apenas les daban cobertura, y la gente apenas se interesaba. Yo era la única espectadora expectante, mientras que el resto del país seguía como si fueran días normales de noticias grises y rojas.

Cuando, un rato después de despertar, comencé a escuchar las primeras noticias de la mañana, comprendí que las Olimpíadas son lo último en que se piensa para que resuene el deporte. Nacional campeón, Peñarol versus Santos, que Forlán y Zaira, que la Copa América, que Chris Namús, que los hinchas y los jueces y las copas y los twitter… El dial noticioso de este lunes se detenía una y otra vez en alguno de estos temas.

Alentar está de moda

Ruy Ramírez
 Aún no eran las ocho cuando por la ventana del ómnibus divisé un Ábitab con una cola de media cuadra: hinchas aurinegros con mate en mano deseosos de obtener su preciada entrada (sobre todo por el precio). Caí en la cuenta (y esto también lo comentaban algunas voces radiales) de que ser hincha es la nueva gran tendencia uruguaya, una suerte de fashion trend que tuvo como irrupción la sobresaliente performance charrúa en el pasado Mundial, del cual hace ya un año.

Lejos está de mi intención –lo cual pecaría de ridículo- decir que el fútbol es algo reciente, o que los fanatismos y simpatías por cuadros y jugadores son algo de ahora. Digo que hace poco más de un año el fútbol era demonizado por medios y vecinas como el ojo de las tormentas violentas, y que el hincha era sinónimo de barrabrava y delincuente. Este lunes concluí que eso ha sido sustituido por el fútbol en familia, el fútbol uniendo a los uruguayos (o rivalizándolos pero de forma pintoresca y cordial, porque de todos modos siempre festeja “la mitad del país”, y eso ya es unión), el fútbol como espectáculo cuyas entradas de reventa no podría pagar ni con mi sueldo entero, la condición de hincha con su renovada aceptabilidad y aprobación, el deporte como nuestro star-system de héroes y heroínas (cualquier semejanza con el nombre de un narcótico es mera co-incidencia).

El Garoto homicida

Y entre esos heroísmos y batallas y metáforas bélicas que tanto se han estudiado para referir a las canchas, nos encontramos con la “princesa guerrera” (fórmula traducida a la jerga popular y cumbiera como “bombón asesino”) con nombre de varón y trencitas de elfa: Chris Namús.

Interesante fenómeno mediático-deportivo, ideal de la dualidad conjugada entre fuerza y femineidad, vigor y belleza, la eterna figura de la hiedra venenosa o el canto mortal de la sirena, una chica de barrio con cara de ingenua, guantes de boxeo y muchas lágrimas derramadas sobre la pantalla y muchas sonrisas en publicidades de Antel y muchos triunfos dudosos con moretones en los ojos y sangre entre los dientes. Y la euforia del público que de repente es fanático del boxeo femenino y se deleita de ver mujeres musculosas matándose a guantazos porque (como algunos desnudos “artísticos”) la violencia está legitimada entre las cuerdas del cuadrilátero y los también cuatro lados de la pantalla (*), pero Dios no quiera que en el liceo las nenas se agarren de las mechas.


Una fábrica que no cierra por derrumbe

 
Los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia

Al fabricarnos mitos y héroes, los relatos deportivos re-mediatizados aún mantienen en sus discursos los valores de la época en que el deporte solo era relatado en los grabados de los jarrones: la antigua Grecia. La perfección corporal como parte de la areté, de las máximas cualidades a las que podía aspirar un hombre, por las que se convertía en paradigma de todos sus contemporáneos, de toda su cultura. El imponerse sobre el adversario y arrancarle la vida a tirones para conservar la honra.

Todo eso se recicla en nuestros atletas insignes que, como Atlas, sostienen nuestro mundo sobre sus hombros mitológicos portando una identidad simbolizada. Aunque esos hombros a veces se disloquen y pierdan por knock-out o terminen con estragos alrededor del Estadio.

domingo, 12 de junio de 2011

"Las escuelas matan la creatividad" y una sorpresa

Hola :)
Hoy quiero compartir con ustedes un video súper interesante. Es una charla en TED del Sir Ken Robinson: "La educación mata la creatividad".
Se supone que hoy debería escribir mucho, pero el video es largo y mis palabras sobran. A lo mejor estaría bueno que pongan su opinión en los comentarios, y hacemos toda una charla sobre el tema. 
Abrazos.



PD: Capaz que ya lo habías visto al video, y este post no te dejó nada. OK. 
Ahora te paso la continuación de esa charla, en TED, cuatro años después.