Afiche de campaña "Hacete la prueba VIH" - MSP |
En Uruguay, ayer se conmemoró el Día Nacional de Lucha contra el VIH/SIDA. Lo más importante e interesante fue que en esta ocasión hubo una actividad que acompañó la celebración protocolar –entre el jueves y el viernes– implementada a través de pruebas rápidas, gratuitas y confidenciales de detección del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Con una simple punción digital, el que se acercara a los distintos servicios de salud podría averiguar si era seropositivo o seronegativo en veinte minutos (casi el mismo tiempo que podría llevar contagiárselo).
La pregunta sería de qué hablamos cuando hablamos de VIH. Si tuviera que otorgar una respuesta concisa, diría que es una infección social.
Propongo un ejemplo. Tenés un amigo con gripe. ¿Dejarías de saludarlo con un beso o de abrazarlo mientras estuviera enfermo? ¿Dormirías en la misma habitación para cuidarlo? ¿Compartirías vasos, toallas y ropa con él? ¿Te animarías a tomar unos mates juntos por más de que su voz te indicara que está congestionado? Tal vez dudarías y serías más precavido en tus contactos hacia la persona, pero no te sugestionarías al punto de pensar que te vas a morir si tose cerca de tu cara. Resulta que la gripe (cualquier gripe) es causada por un virus, al igual que el VIH. Es un virus que alcanzó su fama mediática en 2009 con su alias “Gripe A” (y su acepción de “mortal”). El virus N1-H1 es el que provoca todas las gripes. Lo que varía es su cepa, su subtipo. Igual que el VIH. Sin embargo, aunque sean parientes, estos virus no son asimilados con la misma valoración por parte de la sociedad. Entonces, el problema no es si cualquiera puede hacerse un test rápido, es si nos animamos a ir.
El VIH está cargado de mitos desde sus orígenes. Se especuló acerca de si fue un complot o un accidente científico en pos de un rédito económico, de si tiene relación con la vacuna de la poliomielitis, de si fue un tráfico sexual desde la comunidad homosexual de EEUU hacia Haití. Se lo tildó como “cáncer gay”, “peste rosa”, “club de las 4 H” (haitianos, heroinómanos, hemolíticos y homosexuales). Se empleó como sinónimo VIH y SIDA (Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida), cuando un síndrome es un estadio, un conjunto de síntomas que pueden existir o no. Las personas con VIH no necesariamente algún día tendrán SIDA.
Como la discriminación social viene en paquetes y no en capítulos, es más sencillo informar empleando como herramienta el miedo antes que la salud. No reaccionamos del mismo modo cuando alguien nos dice que tiene hepatitis a cuando nos confirma que es VIH positivo. Asociamos el VIH con promiscuidad (¿qué carajo es la promiscuidad? ¿Quién decide qué es una conducta promiscua?), con miedo, con muerte y con “los demás”.
Esta boca es mía y haz lo que yo digo… pero no lo que yo hago
Julio Toyos |
El jueves, en “Esta boca es mía” me llevé una ingrata sorpresa. Por un lado, Julio Toyos confesó que fue “promiscuo” hasta que contrajo nupcias por última vez. En esa instancia se realizó el análisis de sangre y, como le dio negativo, no lo volvió a repetir. A su vez, confió en su actual esposa y desconoce si ella alguna vez se hizo el estudio. Por otro lado, la activista feminista, Lilián Abrascinskas, relató que su última prueba de VIH fue cuando estuvo embarazada (y porque es obligatorio), o sea, hace once años. Rufo Martínez argumentó que le daba “miedo” hacerse el test, no por el análisis en sí mismo, sino porque el tiempo que debía esperar los resultados le generaba una insoportable ansiedad. En cualquiera de los tres casos me pareció patética la actitud.
Julio Toyos peca de una pseudo-prevención. No sólo podría haber estado atravesando un “período ventana” cuando se sacó sangre, lo cual hubiera significado que el virus fuera indetectable, sino que la confianza hacia su pareja –que puede ser muy romántica–, no le garantiza salud. Así como Toyos tiene un historial de sábanas revueltas, seguramente su señora también. Después de años de convivencia, ¿ni siquiera le preguntó si alguna vez se realizó el estudio? Si la mujer tiene diabetes seguramente se lo habrá comentado. Como estamos ante un tema muy tabú, la falta de diálogo es el primer síntoma que uno debe detectar.
Lilián Abrascinskas |
Me extraña de mi estimada Lilián que no se haya vuelto a repetir el análisis. Cuando uno entra a un block quirúrgico o a una sala de partos, es parte del dato clínico indicar si el paciente es HIV positivo o negativo (entre otros tantos índices). ¿Y después? ¿Qué pasa cuando salís? El VIH no se trasmite únicamente por penetraciones anales, vaginales u orales. El instrumental médico y las transfusiones de sangre pueden traspasar el virus accidentalmente.
Rufo Martínez |
Finalmente, cuando uno “sufre” el lapso entre la extracción de sangre y la obtención del resultado, tal como le pasó a Rufo, en realidad “sufre” de “cola pajitis aguda”. Si yo conozco mi cuerpo y soy consciente de lo que hago con él, no hay que “padecer”. El laboratorio clínico no tiene la culpa. El autocuidado es dialogar el método de prevención de infecciones y de anticoncepción con la persona que tengo al lado, es usar un profiláctico acordado, es sentir placer, eso sí es salud. Y si no querés cuidar al otro, ¿por qué no querés cuidarte a vos mismo?
¿Entonces?
Respecto al VIH, brindar información no asegura un cambio en las conductas, sino simplemente derramar datos y, como está la situación, democratizar el susto. El cambio empieza con un acto de honestidad personal. Podemos mentirle a un amigo, a una pareja o a un compañero sexual del momento, pero no podemos autoengañarnos.
Sólo vos sabés cuáles son tus prácticas sexuales y cómo las llevás a cabo. Si te cuidás, no hay algo que temer, sino que controlar. Si te da negativo y después no te cuidás, sabés que estás jugando a la ruleta rusa, pero también tenés otra oportunidad para empezar de cero; aprovechala. Si te da positivo, vas a vivir porque vas a empezar un tratamiento que te va a dar la misma expectativa de vida que cualquiera que no posea el virus. En la actualidad, el único peligro es no saber si sos portador.
Hacerse el estudio de VIH es vida. ¿Vos ya te hiciste el test?