sábado, 28 de mayo de 2011

Ese tema del verano

Ahora que parece que ya estoy perdiendo los primeros rounds en la pelea contra el frío y el sol no entibia ni a la primera tarde, quisiera hablar de la canción que se convirtió en mi tema del verano.
No es que no haya movido el esqueleto un par de veces con la versión Don Omar de “Danza Kuduro” o con uhu-uhu-uhuuh de “Barbra Streisand” de Duck Sauce. No es que haya viajado seis meses en la máquina del espacio-tiempo combinated-express a Londres.
Al final sucedió como siempre (nada especial, al comienzo): la escuchás un par de veces por allá en octubre o noviembre y empezás a tararear la melodía (no te atrevés aún con la letra porque es en inglés). Para cuando te das cuenta de que se te pegó es demasiado tarde, y canturreas el estribillo. Entonces recién después te das cuenta de lo que decías, te ponés a pensar en ello y te enamorás de la canción. No te importa que una gurisa que sospechás menor que vos te cante preocupada y triste comparándose con un robot, sabés que es cursi pero igual lo adorás.
La radio en la que elegís escuchar música (sí, me pueden tildar de re-sigloXX), la pasa por lo menos una vez cada día. Llegando casi al 31 de dic., parás la oreja para tener el nombre de la banda; definitivamente, son nuevos. La tenés en el aparatito, el video te encantó, te escuchás todo el disco, es el primero… flasheás.
Llegó febrero, te acompaña en el bus al laburito, a los exámenes, al Velódromo, al Teatro de Verano, etc. Los Oscars, todas las películas que te ves en diez días (por lo menos este año mejor que el 10). Arrancan las clases, se te termina la changa de temporada, te ofrecen otro trabajo (el horario es una mierda, del sueldo mejor ni hablar). Más música, escuchás un tema de U2 en los días por los que pasaron por Latinoamérica y se te cierra la garganta (sí, realmente me gusta el popsynthrocksicle de las islas y mi amor por los cuatro de Dublín es otro tema) frente a todo eso la canción te sigue haciendo bien, y ya tienen adelanto del próximo disco. ¿Todavía no dije ni el nombre del tema ni la banda?...

(Sigue el miércoles)

viernes, 27 de mayo de 2011

Desmitificando mitos, parte 2

Sin pretender ser un estudio sobre el Rating como fenómeno comunicacional, quiero mostrarles cómo se convive con la idea de saber que tu trabajo es juzgado por miles de personas.

Parece que hay unos aparatitos que si se los instala en determinadas televisiones seleccionadas estratégicamente a lo largo y ancho de la ciudad (o del país), posibilitan saber más o menos qué programas son los más vistos. Y parece que un grupo de personas son contratadas para realizar llamadas telefónicas a varias casas, también seleccionadas estratégicamente, y de ese modo saber qué radios escuchan y a qué hora. Según se dice, se trataría del fenómeno del “Rating”.


Tan enemigo como amigo del periodista, el Rating siempre está presente. La necesidad de saber si tu trabajo es visto o escuchado por alguien te viene a los dos o tres meses de actividad profesional. Es entonces que ya no se sabe si se trabaja para el regocijo personal o para el público. Es verdad que el periodismo es un servicio, y bajo ese precepto, todo trabajo periodístico es para el público. El asunto es saber si la labor realizada se hizo en función de lo que el periodista cree que ese público debe saber, o si lo hizo en función de lo que ese público consumirá, independientemente de los gustos del profesional de la noticia.


El otro punto aquí en juego es la publicidad. ¡Sí, es verdad! El periodismo y la publicidad también hacen negocios, y no está mal si se respetan los límites de la ética periodística. ¿Acaso usted, amable lector, pagará las horas que el periodista dedica a realizar su trabajo? El abogado gana su sueldo, el taxista también, igual que el peón de la construcción. La publicidad se instala en los programas más vistos o escuchados, y de ese modo los periodistas pueden cobrar su sueldo. Otra vez juega el Rating.


El tema de fondo siempre es manejar con cuidado ese fenómeno, y no volverse el Gollum del periodismo y vivir por y para el rating. No hay que temerle al Rating, hay que entenderlo, hay que jugar con él, y no dejar que él juegue con nosotros. Es necesario lograr intercalar las dos esferas – la del atractivo del tema y la de la publicidad – para lograr cierto éxito profesional y, por qué no, económico al mismo tiempo.

Blu: creativo, talentoso y mal de la cabeza


En mi opinión, existen cuatro tipos de creativos: El que roba la plata, el talentoso -que haga lo que haga, lo hace increíble-, el que  está mal de la cabeza -que no podés creer las cosas que se le ocurren- y la gente que combina los últimos dos. Esos, son los que resaltan y los que me generan admiración.  Blu es uno de esos.

Blu nació en Bologna, Italia. Allí comenzó su carrera en el arte callejero. Primero empezó a graffitear de forma anónima las paredes de su ciudad natal, allá por 1999. Luego comenzó a pintar con rodillo, a firmar sus obras, y a partir de ese momento se fue al carajo. Bologna le quedó chica, y comenzó a viajar por el mundo para dejar su huella. Estuvo en Sudamérica, se quedó a vivir en Buenos Aires por un año e incluso llegó a estar en Montevideo,  http://www.flickr.com/photos/nicolasraddatz/3857736430/in/photostream/.

El video que les dejo ahora es el propósito de su estadía en Buenos Aires, se llama “Muto”  y los va a dejar de cara.


Para conocer más del arte de Blu, podés ingresar en su web oficial http://Blublu.org  y colgarte un buen rato.

jueves, 26 de mayo de 2011

La vida en un minuto

“No se puede bajar dos veces al mismo río”, “Panta Rei” y los demás hits de Heráclito suenan en mi FM interna cuando veo esta especial modalidad de video, circulante en la YouTubeosfera, a la que sus propios autores han devenido en llamar “One Photo Per Day Proyect”. En estos pequeños videoclips caseros, perseverantes mortales han llevado a cabo un proyecto: una foto por día, una edición ultrarrápida, años de cambios faciales resumidos en un minuto.






Estos videos hacen perceptible ese mágico proceso del cual no somos testigos ante la imagen del espejo: las mínimas transformaciones que, por causas biológicas o por efecto de nuestros propios impulsos estéticos, van dejando sus marcas en nuestros rostros, cuerpos y cabellos. Aunque el espejo nos muestre los resultados del crecimiento (o envejecimiento), no nos muestra el proceso (¿alguien querría pasarse la vida ante el espejo para verse cambiando? Y si alguno tuviera la colosal paciencia, ¿realmente podría percibir los cambios que de manera tan sutil van sembrando sus manifestaciones visibles?). Parece que el espejo (la imagen más directa que podemos tener de nuestro propio rostro) no sabe de diacronías.

La conjugación de las técnicas fotográficas (de la imagen fija a la imagen movimiento) genera la ilusión de condensar todos los segundos de existencia en un minuto de video, como si permitiera experimentar y manipular el tiempo, casi como engañándolo, haciéndolo mostrar en una nimia fracción lo que jamás podrá asirse en la temporalidad natural. Esa niña, Natalie, que en un minuto se convierte de bebé a jovencita; el adolescente que de repente pasa a ser adulto y "vive su vida más rápido"; la chica que muestra los mil y un estilos de cabello que pueden llevarse a lo largo de dos años: las redes permiten compartir todas las dimensiones de la vida (ya lo sabemos), e incluso la más vasta de todas. La vida misma, el tiempo que transcurre.

Y sin embargo, aún seguimos sin saber cómo es que cambiamos realmente, aún cuando comparemos dos fotografías tomadas a una distancia de diez años. Y es que lo que vemos cambiar es, precisamente, la imagen fotográfica. Solo en la representación podemos percibir ese antes y ese después. Nosotros, carne-y-hueso, seguimos consumiéndonos y rehaciéndonos sin notarlo. Por eso, no es la vida la que cabe en un minuto. Es, en todo caso, la vida de esas imágenes que ya andan solas, fluyendo, conquistando otras pantallas.

Cuando yo era bebé las fotos eran demasiado caras, y solo se obtenían en los momentos especiales, como en los cumpleaños. ¿Será que junto al descenso de valor económico de las fotografías, se ha perdido el valor simbólico de los momentos, al punto de resumirse toda una vida en un par de segundos?

En el largo listado de comentarios formulados en YouTube sobre el video de Natalie (cuya imagen evolutiva ha sido contemplada por más de cinco millones de personas) hay uno que, tal vez con sarcasmo, dice: “ahora iré a tener un hijo con el único propósito de fotografiarlo cada día”. Sea como crítica o como promesa, este comentario enciende mi FM interior con otra idea: parece que el minuto ya es más importante que la vida.


 

Políticamente Incorrecto

Lo primero que es pertinente decir es que Lars Von Trier es un tipo raro, tan solo piensen que se casó con Bjork que es algo así como una china islandesa que se viste raro y que cuando canta parece comunicarse con cetáceos. Este tipo raro también se destaca por hacer filmes para demostrarnos que él es mejor que el resto de los mortales; desde la creación del Dogma 95 hasta el juego de rayuela cinematográfico llamado Dogville[1]. Francamente creo que a todos nos gustaría decir que es un estúpido, pero tan solo podemos decir que es un estúpido narcisista que hace filmes interesantes.
Sucede que está aconteciendo el Festival de Cannes, que el propio Trier tiene su filme Melancholia[2]  en competencia y que aprovechó tal espacio para meterse en uno de los flancos más frágiles del cine.  Frente al pedido de que hablara de sus raíces alemanas el director Danés proclamó cosas como: “Pensé que era judío durante mucho tiempo y estaba muy contento siendo judío… pero resultó que no era judío… pero de todos modos, realmente quería ser judío y después descubrí que en realidad era un nazi, ya sabes, porque mi familia era alemana, lo que también me agradaba… ¿Qué puedo decir? Comprendo a Hitler. Creo que hizo algunas cosas mal, sí absolutamente, pero puedo verle sentado en su bunker al final…". Todo el discurso estaba dentro de un montón de aclaraciones de que no era antisemita y que no apoyaba la segunda guerra mundial. Pero las prevenciones no fueron suficientes ya que fue declarado persona non grata para el festival, se lo obligó a disculparse y se lo instó a que en caso de ganar no vaya a recibir nada.
Si bien siempre se puede volver a repetir que Trier es un estúpido que hace todo con una sonrisita jactanciosa; creo que realmente no dijo nada. Porque ciertamente este incidente habla más de la industria del cine que del nazismo.
Es sabido que en el cine no hubo una buena cicatrización del nazismo,  todavía hay una necesidad de encontrar nuevos héroes, de revivir las hazañas de tal pelotón y de hacernos recordar que Hitler era malo. Efectivamente Hitler era un mal tipo, pero hay una necesidad de recordarlo que no parece saludable.
No es solo el hecho de que cualquier película del holocausto gane el Oscar sin importar que tan paupérrima sea (recuerden La Vida es Bella[3]), tampoco es el hecho que algunos les cueste decir que El Triunfo de la Voluntad[4] es uno de los mejores documentales de la historia a pesar de ser nazi.
El verdadero hecho es que el cine ha decidido ser un recordatorio por todas las penurias que vivieron los judios en el holocausto. No por nada Tarantino en Bastardos sin Gloria[5] decide falsear la historia y matar a Hitler dentro de un cine y mientras una gran cara judía se ríe de cómo cayeron en la trampa.


[1] VON TRIER, Lars (2003) Dogville
[2] VON TRIER, Lars (2009) Melancholia
[3] BENIGNI, Roberto (1997) La vitta è bella
[4] RIEFENSTAHL, Leni (1935) Triumph des Willens
[5] TARANTINO, Quentin (2009) Inglourious Bastards

miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Arte colaborativo? No, mejor, Thru-you

El arte colaborativo es conocido en la red como uno de los fenómenos más innovadores surgidos de la pasada década (que no por ser pasada deja de ser la primera década del siglo XXI). Pero vamos a intentar entendernos un poco. Lo que generalmente se llama arte colaborativo es lo que yo llamo arte tele-colaborativo, es decir, se entiende por este concepto a las producciones artísticas colectivas entre personas de diferentes puntos geográficos apoyados en las ntic's (nuevas tecnologías de la información y la comunicación, prometo que las voy a nombrar poco). O sea, se escribe una novela o se compone una canción entre varias personas alrededor del globo intercambiando ideas e insumos artísticos por medio de redes sociales o foros. Bajo esta lógica operan el colectivo de escritores Wu ming y su proyecto Manituana o la red social RedPanal (fuera de servicio temporalmente), que se basa en el intercambio de pistas para mezclar canciones compuestas colectivamente, de una manera bastante parecida a la que funcionan las wikis. Esta fascinante faceta de la web 2.0 ha disparado riquísimos debates y (por suerte) avances en materia de derechos de autor alternativos al copyright. Creative Commons (licencia que ampara este blog) y la historia de su origen son un buen ejemplo de esto. Sin embargo, es importante hacer ciertas diferenciaciones, es decir, qué se puede (y qué no) considerar arte tele-colaborativo.

Para empezar, separar el colaborativo del tele-colaborativo: el primero hace buen rato que existe, las bandas de rock son ejemplo claro de eso. Por otro lado, que muchas personas de diferentes lugares colaboren en un producto cultural tampoco es novedoso, la industria cinematográfica conoce estas lógicas. Pero cuando un colectivo virtual decide, compone y produce una pieza artística determinada, ahí nos encontramos frente a arte colaborativo. Ahora bien, es clave la parte de “colectivo virtual decide”. Cuando Radiohead subió las pistas de la grabación de Nude de In Rainbows a la red para que los usuarios pudieran bajarlas y mezclaras a gusto, lo que se obtuvo no fue precisamente arte colaborativo. Dramatizo: en Inglaterra, un grupo de roqueritos con desorden alimenticio se graban tocando sus instrumentos por separado y suben todo a internet. Al otro lado del mundo, un DJ chileno irritantemente snob baja estas pistas y compone una canción. Esto es simplemente hacer una mezcla, nada nuevo para los DJ's, se toma algo ya hecho y se produce algo nuevo, como un collage, pero las decisiones compositivas son individuales. Lo mismo pasa con los mash-ups y lo mismo pasa con este tipo que quiero presentar hoy. Casi toda esta perorata fue para introducirlo a él.

Kutiman es un joven músico de jazz Israelí, adepto a los ritmos latinos y al funk. Resulta que en el 2009 este pibe agarró cerca de 300 videos de youtube, en su gran mayoría de gente tocando un instrumento, cantando o produciendo algún sonido específico y los convirtió en un video-disco (no es un videoclub atendido por el menos exitoso de los Bee Gees). Por eso, aunque no se tratase de arte colaborativo, ayudo a poner el concepto en el aire una vez más. Lo que hace meritorio este proyecto llamado Thru-you es su calidad audio-visual, destacable compositivamente. Estas 7 video-canciones van desde un funk que pega con fuerza, Mother of All funk chords; a un reggae-dub y una bossa nova (o parecido) bien ricos: This Is What It Became y Someday. Un par de baladas pop muy bien construidas, le mete onda Wait For Me y la dulce Just a Lady, una vertiginosa fusión de miedo Babylon Band, y un trip-hop (o parecido) que se parte en dos y es una delicia, I'm New. Tal vez por contar con un mundo de sonidos que podrían no haberse cruzado nunca y aplicarle un trabajo de hormiga de dos meses (se nota), se siente tan fresco y diverso. Con un sitio propio, de estética y accesibilidad acordes que incluye un video donde Kutiman explica el proceso y agradece a todos los que colaboraron sin saberlo. Thru-you es un proyecto individual con mucho corazón (colectivo), una simpática joya en la gran nube.

Los dejo con una dulce muestra:




Cuando el Mundo no era necesario (Cuento en clave de nostalgia infantilista)

De y Para Mati, Euge, Gonza,

Tati, litle G and friends y Totó M.


A veces, cuando pienso en él y la tristeza se extiende como la oscuridad al apagar la luz antes de dormirme, logro ver el frente de aquella casa tal como era antes. El enrejado de hierro verde vuelve a ser una pared de grateos cuidadosamente podados, dándole otro esplendor a aquel tono; mientras que los resortes maltratados del portón de madera repican.

Entonces, él, su sonrisa, su beso cálido, su abrazo fuerte que debía compartir con hermanos y primos. El sendero de hormigón barrido hasta la vetusta casona era desparejo, y entre sus grietas: pastitos y hormigas negras, grandes e inquietas que marchaban y jugaban (como nos gustaba pensar) como y con nosotros.

Cada tarde era más anaranjada y eterna que la anterior porque solo nosotros corríamos, todo alrededor era lento. Fuimos la aventura, el enojo y la reconciliación en cada juego, en cada revista de historietas, en cada libro al sol y sabor de mandarinas otoñales. El Mundo no era necesario.

Solo él cruzaba los muros incorpóreos sin parecer invadir nuestro Fuerte de viento rajado por las largas manos de un paraíso. Se trata siempre de la risa, la pregunta y el silencio, sin imperativos (lo que era dominio de los otros adultos extramuros). No son pocas las veces en las que pienso eso y mi mente queda en blanco porque el reencuentro es un imposible, ni ese grupo de niños pequeños, ni la casona, ni él pueden ser invocados ya en tiempo presente.


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Aunque ya no uso brochecitos de colores y medias con puntillas, y los pelilargos esmirriados de alpargatas y morral ya no me arrancan suspiros, usufructo sus artilugios para contemplar los juegos infantiles e irrumpir en la vida, todo sigue siendo la risa, la pregunta y el silencio.

Hoy los cercos eléctricos encimándoseles en el patio enrejado del edificio interrumpen la mirada de los niños al cielo, ese ya no es mi Fuerte. Las batallas las libramos en campos más inseguros, quién sabe en qué tipo de guerreros nos hemos convertido… tenemos tan solo el recuerdo de un Noble Caballero de la Orden de las Bicicletas Malpintadas.

martes, 24 de mayo de 2011

Para empezar, uno de Groucho

Si a uno le gusta la gestación del humor y piensa tener una columna de recomendados de Youtube; uno no tiene otra opción más que inaugurar dicha columna con el señor Groucho Marx.
En el caso el video procede del programa televisivo What’s my line? en el que la gente común iba a compartir una charla con el señor Groucho para intentar descubrir una palabra secreta. Dicho así parece una idea sencilla y demasiado familiar, una que en Argentina haría Julián Weich o aquí Humberto de Vargas. Pero la misma consigna frente al autoproclamado “amante sarnoso” se convierte en un festín bestial de humor y una oda a la velocidad del pensamiento.
Sin más prolegómenos, los dejo con el mejor humorista de todos los tiempos – o por lo menos uno de ellos - . Como posdata recomiendo prestarle atención al tratamiento que reciben los que se creían mejor que él.

 

Confesiones de una típica onicofágica

Aunque hace unos veinte años que la padezco, no hace mucho descubrí que la compulsión irrefrenable a comerse las uñas se denomina “onicofagia”. Causas posibles: ansiedad, inseguridad, adicción de las papilas gustativas a la piel que habita debajo de las uñas, adicción del tejido epidérmico de los dedos a alguna sustancia narcotizante proveniente de los dientes, miedo de una niña de tres años ante la terrible noticia de que ese avión chiquito que desaparecía en el cielo llevaba en su interior a su querida Tía Helena.
Consecuencias: manos antiestéticas, dedos de monstruo, cutículas ensangrentadas, pequeñas infecciones, desgaste de los incisivos, riesgo bucal ante múltiples bacterias, riesgo de aislamiento social ante múltiples rezongos de las personas que no disfrutan ver a una joven y dulce muchacha destrozándose las yemas de los dedos, posible formación de una masa de uñas en el estómago que podría provocar indigestión e incluso muerte.

Pero lo más interesante de todo (y esto lo descubrí unos segundos después de conocer el nombre técnico de mi trastorno alimenticio), es que “onicofagia” es un precioso anagrama de “iconofagia”, es decir, la compulsión irrefrenable a devorar imágenes. Es el término que un teórico brasileño llamado Norval Baitello acuñó para caracterizar esta sociedad plagada de lo visual, donde permanentemente devoramos imágenes y somos devorados por ellas. Y lo más fascinante de esta coincidencia etimológica entre ambas “fagias” es que también la “onicofagia” es una manera particular de engullir imágenes, en este caso, la autoimagen, que se resquebraja con cada acto de autofagia. Con cada desayuno de uñas, también digiero la posibilidad de una despampanante mano con uñas rojas y pintadas y perfectas como las de las publicidades, como las que hay que usar (aunque mejor rojas no, sino con un brillito) para las entrevistas de trabajo.

Tratamientos recomendables: intentos exhaustivos de autocontrol, doblar y desdoblar un papel cada vez que percibimos concientemente las ganas de comerse las uñas, utilizar un esmalte con sabor a picante (aunque puede tener contraindicaciones si lo terminamos ingiriendo, como seguramente sucederá), usar uñas postizas, más autocontrol, cubrir con curitas los dedos al mejor estilo Michael Jackson, intentar autocontrolarse (“no te muerdas, no te muerdas”), no tomar el 175 con la esperanza de llegar en hora al trabajo, cortarse los dedos, escribir durante las 16 horas diarias de vigilia posts sobre onicofagia para mantener los dedos ocupados.

lunes, 23 de mayo de 2011

Ni autobombo, ni refrito, mutando a seguidor de Mediorama

Fantasear con la idea de hacer un proyecto colectivo y cultural suele ser para muchos suficientemente auto-satisfactorio. Intentar materializarlo pensando y repensándolo tiene hasta su mérito, su cuota de aprendizaje y puede dejar la sabrosa sensación de que la realidad es intervenible. Pero llevar a cabo este tipo de ideas realmente ya es un caso de estudio. Por si hay alguien ahí del otro lado, me gustaría explicarle que está pasando en este rincón de la red llamado Mediorama. Para eso se me da por hacer una especie de resumen semanal.
Nuestra vida bloguera arrancó con un pequeño pero ilustrativo editorial, este no te la voy a explicar, si te interesa, leelo. Ya luego el domingo, día de las madres (como si de un trabajo de parto se tratase), empezó a funcionar la máquina tragacurisosos. Primero, nuestro periodista estrella S. Clarens chapaba del paisaje algunos mitos sobre el periodismo y barría la cancha con ellos. En la tarde el Kolo acertaba con la sensación de ese momento y de ese lugar en el que comenzaba todo, bien acompañado por Rage Against The Machine. El lunes Ana y Mar también daban una muestra clara de los que son sus campos y sus estilos. La primera poniendo una premisa en el aire en su tema (que debería ser tema de todos), la sexualidad, y la segunda palabriendo su espacio ludográfico para llenarse la mente con significantes y significados que hacen cosquillas. El martes apareció Ruy entre la horda que bajó del Cerro en el 2002, ¿se acuerdan? Qué raro, porque nunca pasó. El miércoles solo un post :-(culpa mía) bastó para retratar con brocha fina el espíritu (insoportablemente leve) de este blog, desde un lugar muy personal: era Lourdes y su talento para esconder el talento. Pedazo de jueves nos pegamos la semana pasada, primero Mediorama se toma unos minutos para despedir a Rolo.... y a Tito.... Horas después Mar desplegaba toda su marianística para ponernos de frente a una realidad de fantasía, aguda y cálida como nadie que conozca. Al otro día el Kolo publicó el post que me hubiese gustado escribir, puso al Peyote Asesino en donde tiene que estar, acá, pero bien en lo alto. Pero ese “al otro día” no era otro día. Era el viernes, ese mismo viernes. Hubo la suerte de que entre nosotros alguien dijera (bien dicho) que algo pasó o mejor dicho que no pasó ese viernes, algo de uruguayos (con todo lo que eso conlleva). Otra suerte es cuando alguien te ofrece algo que no tenías. Eso hizo Lourdes el sábado de mañana (como cine baby). La verdad que a este loquito no lo tenía, disfruté pasar a tenerlo. Esa tarde, buscando en internet noticias que indicaran que por fin se terminaba el mundo, me topé con que no todos pensamos el planeta tierra de la misma forma (pista: no se guíen por la palabra en negrita ;-). Así llegó el segundo domingo de Mediorama, el segundo de espero que muchos más (no pidas resumen de los dos de este domingo, ponete las pilas, están acá abajo de este post, pero ahí va otra pista: “ffff uuuhhhh como meten los Nirvana 2, locooo!”). Desde aquí aprovecho para hacer un parate, si, recién van dos domingos pero alguien tenia que decir: ¡bien nosotros por ser un caso de estudio!

Pero frená la moto y bajale los vidrios amista'. No me voy a ir sin ofrecer algo. Algo que es mucho para mí. Resulta que descubrí cómo se divierten los ángeles. Así:


domingo, 22 de mayo de 2011

El Dave sabe

“No me digas cómo hacer un disco, yo estaba en Nirvana”. Nadie se lo puede discutir. Dave Grohl y sus Foo Fighters sacaron un discún: “Wasting Light”.
Tres años después del “Echoes, Paticience, Silence & Grace”, los Foo Fighters dejaron la guitarra acústica de lado y volvieron a apretar el pedal de distorsión con fuerza.
La grabación del disco incluye varias particularidades. La primera es que lo hicieron en un pequeño estudio instalado en el garage de Dave; la segunda es que lo grabaron en cinta, sin ningún soporte digital; y la última es que fue producido por Butch Vig (batero de Garbage y productor del “Nevermind” de Nirvana).
Desde que comenzó la grabación se están brindando adelantos del disco. Desde el twitter oficial de la banda (@foofighters) postearon fotos y videos de la grabación. Luego sacaron un clip de treinta segundos de “Bridge Burning”, y lanzaron casi simultáneamente el video de “White Limo” y el primer single “Rope”.
Semanas antes de su lanzamiento oficial, “Wasting Light” se filtró por la web. Horas después, la banda lo subió en su web oficial para escucharlo completo.
Ponés play y el arranque explosivo de “Bridge Burning” te vuela la cabeza. Luego siguen las melodías de “Rope”, que te hacen mover las caderas; y los hermosos arreglos de “Dear Rosemary” con Bob Mould, para que una canción tan emotiva no suene cursi. La patada en el pecho que te da “White Limo” te deja dado vuelta. Todo el disco tiene el sello de los Foo Fighters a fuego, con arreglos increíbles, melodías pegadizas y estribillos que se te imprimen en la mente. Por último, quiero destacar el golazo que metieron al invitar a Krist Novoselic (bajista de Nirvana) en “I Should Have Known”.
“Wasting Light” es uno de los mejores discos de Rock que vas a escuchar en mucho tiempo.
Te paso unos videos.
Rope:
White Limo:
Apretá Play y escuchá el disco:
Apretá play y mirá cómo lo tocan en vivo:

Marihuana y todo lo que “curte”

Una opinión sobre el modo en que se opina.

Creo que (y ya con estas palabras marco el perfil de esta columna) hay una tendencia a apoyar determinados proyectos de ley por el simple hecho de acompañar el oleaje o porque “curte” estar en tal o cual manifestación “en favor de”. Creo que son muy pocas las personas que podrían defender esos proyectos con buenos argumentos, entre ellos, el haber leído los referidos textos.

Yo me pregunto: ¿cuántas personas leyeron el proyecto de ley para despenalizar el cultivo de marihuana que redactó el diputado frentista, Sebastián Sabini? ¿Y el que escribió el nacionalista Luis Lacalle Pou? ¿Conocen los argumentos que manejan los opositores a la idea? ¿Están en condiciones de rebatirlos uno por uno? A decir verdad, no lo creo. Sin embargo, el tema llena de manifestantes las plazas.

La idea de esta columna no es opinar en contra de la marihuana. Simplemente creo que cuando se trata de temas con los que nos sentimos comprometidos, deberíamos comprometernos, valga cualquier redundancia, y no repetir meros discursos. El de la marihuana y algún otro tema de conocida notoriedad son de esos temas que “curten”, y no sabemos cómo, pero si no los defendemos, ¡por Dios! ¿Qué dirán de nosotros?