sábado, 21 de mayo de 2011

El final del planeta


Seguramente alguna vez pensaste: ¿cómo será la forma total de todo lo que es suelo? Es decir, ¿qué forma tendrá la Tierra? Por si no te lo habías preguntado antes, yo te ahorro el disgusto, La Tierra es plana, tiene forma de disco y de un lado de este disco se apoyan todos los continentes... Bueno, me corrigen acá que en realidad no, parece que el planeta no es plano (yo pensé que por eso se llamaba planeta) sino que tiene forma esférica… ¿Tampoco? Al final parece que tiene forma de esferoide irregular (WTF?). 


Bueno, pero no se amarguen aquellos que esperaban algún día ir de visita al borde de los océanos, todavía no está dicha la última palabra sobre el asunto. Así que para abrir un poco el debate les quiero presentar hoy a la Flat Earth Society. ¿Qué? ¿Hay unos tipos que piensan que la Tierra no es redonda? ¿En el siglo XXI? Sí, ¿y qué? Los hay que piensan que el crimen organizado y los gobiernos son entidades antagónicas, los hay que piensan que Obama es un digno Nobel de la paz y también los que piensan que la humanidad siempre avanza con el tiempo, y claro también están los que piensan que la Tierra es plana.

Cuenta la leyenda (wikipedia) que la Flat Earth Society (Sociedad de la Tierra Plana) se originó en Lancaster, Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XIX, sobre interpretaciones de la biblia y bajo anda a saber qué sustancia, gracias a Samuel Birley Rowbotham. Su inventor (que dicho sea de paso era inventor) escribió primero un panfleto de 16 páginas de excentricidades que luego convirtió a un libro de 430 páginas, esto es lo que yo llamo un voyeurista del trabajo o, en su defecto, ladrón de gallinas.
La ONU lo sabe 
La astronomía zetética (como se le llama a la astronomía que promulga esta teoría) pasó por varias etapas y agrupaciones siendo la más fuerte la adoptada por un culto religioso de EE.UU. en cuyas escuelas se enseñaba solo esta teoría. Luego, en 1950, un astrónomo la quiso reflotar como teoría científica seria, con tanta mala liga que años después aparecieron las primeras fotos desde el espacio. Más tarde la Flat Earth Society ganó algo de notoriedad al ser de las primeras en afirmar que el alunizaje de 1969 fue un montaje, ¡bien ustedes, bien, si no fuera porque de tanto tirar fruta nadie los tomó en serio, hubiese sido una pegada! Allá por el norte gringo se conoce como Flat-Earther a los que repudian el consenso científico y se apegan a teorías acientíficas. ¿Qué pensaría Feyerabend de estos tigres? 
Pero acá hay algo para recordar, hay una moraleja. En una de sus etapas como culto religioso, la astronomía zetética fue fuertemente difundida por Wilbur Voliva, uno de los pioneros de la radiodifusión religiosa que en sus alocuciones también desmitificaba la teoría de la evolución. Hoy 21 de mayo del 2011 muchas personas alrededor del globo (o el disco) esperan la llegada del fin del mundo anunciada por Harold Camping, otro magnate de la radiodifusión religiosa (rapiñero avícola), que a su vez se habría basado en interpretaciones matemáticas de la biblia, ¡qué cosita con esta gente!
El punto es que no había mejor manera de empezar esta sección, que por si no lo sabías se llama Chino de Marte y está dedicada a las teorías conspirativas y similares. No solo se trata de alguien que tira un disparate para ganar notoriedad o adeptos a su causa, se trata de cómo lidiamos con aquello que debemos aceptar pasivamente como válido, se trata de cómo nuestra pequeñez nos llena de miedo, se trata de que en el fondo todos (y esté bien que así sea) llevamos un Flat-Earther que para la oreja cada vez que escucha “fin del mundo”.

Noches parisinas y noches cosmopolitas



Del folk- rock con fuertes rasgos de canción francesa de Louise Attaque (que pudimos apreciar en vivo en el 2005) al pop en el que decidió meterse de lleno con “Ginger” su disco debut como solista; Gäetan Roussel nos dice que no hay de que temer si una linda canción sofisticada, de letra amenazadora e intrincada, te hace bailar o al menos desearlo. No es que esto sea original pero pocas veces alguien me ha recordado eso con tamaña calidad (y menos en vivo).
El magnetismo y el dominio del espacio escénico no es novedad por parte de este cantante, no es un instrumentista virtuoso pero siempre es acompañado de muy buenos músicos, eso no cambia. Su liderazgo va por otro lado, como productor-estratega que se ha valorado en comparaciones con Damon Albarn, por ejemplo.
Lo suyo sigue siendo las letras, las de los amores que se van, las de los amores que tememos que se vayan, las de las ciudades que nos sostienen o acentúan nuestro pesar y otra inmensa gama de recuerdos y realidades.
La diferencia hoy es más evidente que va por el lado de la sonoridad, más internacional, universal, así es, nos guste o no este esperanto musical del pop. Quedaran algunos pocos (como algunos de mis amigos) que digan: “me gustaba más cuando era más francés”, pero muchos otros podrán conocerlo y escucharlo ahora que es un multipremiado supercool y posiblemente podamos saber de él más seguido.
Al final parece haberse cumplido su deseo de la canción Les nuits parisiennes del primer disco de Louise Attaque: Y siempre vivo noches parisinas/ y yo quisiera vivir la hermosa noche en Siena/ Al viento, al fuego y a la moneda/ abrirme al sentimiento// Y siempre vivo noches parisinas/ y yo quisiera vivir noches brasileñas/ y llevarte a lo alto/ y cantarte por lo bajo nuestro amor de cuatro estaciones.






viernes, 20 de mayo de 2011

Crónica de una muerte anunciada

Si bien ya se sabía que el proyecto interpretativo de la Ley de Caducidad fracasaría, se insistió hasta el último momento.

Eran casi las 15:00 horas cuando llegaba al Palacio Legislativo. Desde la puerta veía llegar varios grupos de personas, entre ellos, trabajadores, estudiantes, hijos de víctimas y desaparecidos durante la dictadura, y hasta algún astuto comerciante que se instalaba para vender chorizos al pan, previendo una jornada larga y un buen ingreso a su bolsillo.

Los diputados estaban convocados, justamente, a las 15:00 horas, lo que me dejaba poco margen para instalarme en el palco de prensa de la Cámara Baja. Por suerte el Frente Amplio había convocado una reunión de bancada a último momento para tratar de convencer al diputado Víctor Semproni de votar el proyecto interpretativo de la Ley de Caducidad. Eso me daba, al menos, 20 minutos para recorrer el Palacio, dar una vuelta por el ambulatorio, conversar con algún colega y uno o dos legisladores.

Luego de discutir con un funcionario, que me explicaba que no me podía ubicar en las barras – al lado del abarrotado palco de prensa – hasta que se iniciara la sesión, gané terreno junto a un parlante para dejar mi grabador y sacar mi block de notas.

Los diputados ingresaban a sala y se ubicaban en sus asientos. Se veía venir una jornada larga e intensa, cargada de reproches, de historia, de aburridos y reiterativos discursos, y de novedosos e interesantes argumentos.

Las barras ya estaban llenas. 99 legisladores y de estos, 57 en la lista de oradores. Los cuatro primeros, por ser miembros informantes por cada partido, tenían media hora. El resto solo 15 minutos. Casi 15 horas duró el debate.

El final ya lo conocen (ya se conocía), es como ver Titanic. Se votó tres veces para confirmar el empate en 49 votos. La Ley de Caducidad seguirá tal cual la conocemos.

Pasadas las 5:30 horas del día siguiente, el diputado nacionalista y presidente de la cámara, Luis Lacalle Pou, dio por levantada la sesión. “¡Traidores!”, se escuchó desde las barras. Seguramente alguien que no había visto Titanic, o que sí la había visto pero mantenía la esperanza de que ese gran barco no se hunda.

El Peyote Asesino está acá

Una más y no jodemos más.

A fines de los noventa, El Peyote Asesino era la mejor banda de Uruguay y tenía todo para ser una de las bandas más grandes de Latinoamérica. Pero se disolvió al toque. Grabaron el “Terraja” en Los Ángeles y lo tocaron en vivo cinco veces nada más. A partir de ahí, el disco hizo un recorrido que no se puede rastrear: el boca a boca, el cassette grabado prestado, la feria e Internet. El Peyote era una banda que no sonaba más en vivo, pero siempre estaba en los auriculares de los que los vieron, y los que no llegaron.

En 2009, Claudio Picerno tuvo la idea magnífica de reunirlos, con una oferta lo suficientemente tentadora para que lo hicieran: cerrar un Pilsen Rock. Se sacaron las ganas de volver, de sacudir las canas y hacer saltar a miles de personas. A dos años de aquel momento, comparto unos videos para que te des la cabeza contra el monitor. Gozate.

L- Mental:



Show en el Pilsen Rock (Completito, completito):

jueves, 19 de mayo de 2011

La Boda e-Real


Había una vez –hace solo algunos días- uno de los tantos eventos mega-mediáticos que la televisión, en su voracidad de actualidad, ya ha olvidado, pero que las tapas de algunas coloridas revistas aún evocan: la Boda Real del príncipe William (rebautizado “Guillermo” para los hispanohablantes) con la angelical y ahora princesa Kate (digo, “Catalina”, que suena mucho más “Real”, en el sentido de “realeza” -¿hay algún otro sentido de “real” en esta historia?-).


Había otra vez -hace unos 30 años- la boda del Príncipe Carlos con la –también- angelical Diana Spencer, suceso que, en su colosal televisación, es considerado por muchos estudiosos de la comunicación el primer gran acontecimiento mediático.

Aunque esa misma cobertura telenovelesca se haya mantenido casi intacta, las nupcias de Will y Kate han presentado la novedad de ser la primera boda real (al menos con miembros de renombre) desde el auge de las nuevas tecnologías y las redes sociales. Miles de sitios en Internet, desde los portales de noticias hasta páginas sobre moda, acompañaron la cuenta regresiva y alimentaron los más ínfimos e íntimos rumores sobre los detalles de esa mañana de abril tan esperada para los ingleses y los televidentes del mundo entero. Incluso en las transmisiones televisivas (como es habitual en los últimos tiempos) fueron permanentes las referencias a informaciones y comentarios procedentes de Twitterlandia y alrededores.

Por ejemplo, la CNN, en su falta de material nuevo dentro de una maratónica emisión, daba como “noticia” el comentario vía Twitter de una señora mexicana muy compungida por el llanto de su hija, que ahora perdía la posibilidad de casarse con su príncipe de ensueño (como si todos los simples mortales tuviéramos las mismas posibilidades objetivas para desposar un miembro de la realeza inglesa).

Los lamentos de la señora mexicana y esa forma de involucrarse con la boda ocurrida en la pantalla son los síntomas claros de que, como una y otra vez han repetido los cronistas del evento, hemos sido testigos de “un cuento de hadas” hecho realidad. Se itera la eterna fórmula de la doncella devenida princesa, del poder de un amor puro e incondicional capaz de llevar a una simple plebeya universitaria a los palcos del palacio de Buckingham. Si Kate Middleton, hija de los dueños de una tienda de chascos, es ahora la futura reina de Inglaterra, ¿por qué el resto de las señoritas del mundo tiene impedido soñar con su final de Cenicienta?

(Claro que no todas las señoritas tienen padres tan pudientes –parece que el negocio de los chascos funciona– como para costear la Universidad a la que asiste el mismísimo heredero al trono de Inglaterra, aunque es éste un mínimo detalle económico).

¿Por qué en un pequeño país como Uruguay los quioscos de revistas promocionan ejemplares con distintos ángulos de la flamante pareja que algún día reinará sobre las islas británicas? ¿Realmente tiene ello alguna incidencia en alguna dimensión de nuestra vida política o cotidiana? La fascinación que ha provocado este casamiento se explica, sencillamente, por su carácter de cuento de hadas (y me atrevería a decir, en las versiones de Disney) re-editado, instantáneo, produciéndose a todo color justo delante de nuestras narices, en nuestros televisores, computadoras y hasta celulares.

Algunos autores explican que el placer experimentado por el niño al oír los cuentos tradicionales se debe al justo equilibrio entre la seguridad de lo ya conocido y la dosis sorpresiva de los ingredientes nuevos. Ello se aplica también al carácter predominante de nuestros consumos culturales: necesitamos el confort de las viejas historias repetidas ad infinitum, aunque bajo la máscara delgada de una apariencia nueva. Los príncipes y las princesas que antes sólo vivían felices para siempre en las ilustraciones de los cuentos ahora empiezan ese final pero en high definition. Las técnicas de contar han cambiado, pero los relatos permanecen. Lo real (ahora sí, en su doble acepción de realeza-realidad) no solo imita la ficción, invirtiendo los clásicos términos miméticos, sino que la crea. Solo resta esperar la película sobre esta preciosa y noble historia de amor. Las ficciones terminan imitando a las ficciones, pero qué importa, si siguen comiendo sus perdices.

No me olvido más del Rolo cuando me voy a afeitar.

Desde que me enteré de la funesta noticia no he parado de comentar la mala nueva esperando un sentido pésame. Sorpresivamente a la gente no parece afectarle la partida de Rolo; incluso cuando comento la partida muchos responden: “¿se murió el cubano de tambores?”, y ahí yo respondo: “Ese era Tito Puente, lleva rato muerto”, y acto seguido ponen cara triste y confiesan: “debo admitir que nunca seguí su música pero es una gran perdida”.

Por lo tanto y como se desprende de lo antedicho, Rolo Puente ha cantado flor y nadie parece extrañarlo como engranaje simbólico social.

Capaz que soy yo, pero luego de hablar con la gente, me nace la pregunta: ¿por qué tengo la necesidad de hablar de un viejo verde que hizo de irse afeitar su carrera y qué encima está muerto? Respuesta: no tengo idea y eso es preocupante, más cuando el tipo es recordado por demorar 2 horas en afeitarse y yo no soy de esos que se afeitan. Pensándolo mejor, creo que la respuesta es tan simple como que el Rolo es la parte que identifica al modelo narrativo llamado la peluquería de Don Mateo. Rolo es (perdón, era) más que la peluquería y era más que el propio Mateo porque cambiaban de Mateo mas no de Rolo; ya lo decía la canción: “pasan los gatos, pasan los peluqueros, queda Rolo Puente”.La cancioncita tiene una métrica rara pero es verdad; síganme y pensemos en el siguiente modelo de narración.

Una situación rutinaria obliga a dos personas a estar juntas. Uno, dueño del lugar que conoce los pormenores, y otro, asiduo concurrente que no los conoce. Mientras se desarrolla la tarea aparecen visitantes que interactúan con ambos. Las situaciones entre el dueño y el visitante son humorísticas, y cuando el asiduo se mete en la charla las explicaciones hacia éste magnifican la primera situación. Finalmente el visitante se va, y por un mecanismo de puerta giratoria entra otro visitante. Todo concluye con el fin de la tarea rutinaria la cual se puede volver a repetir la próxima semana.

Todo este menjunje es para decir que es un muy buen formato de narración, no muy distinto a Abbott y Costello; y ésa es la estructura es la que tiene como insignia a Rolo Puente y es por eso que todos están tan afligidos por su partida. Después de todo, tan solo queda enviar un abrazo a Rolo Puente y a Tito Puente ya que estamos con esa de abrazar.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La insoportable levedad del ser bloguero

Como algunos de los que comparten su voz en este espacio, aprovecharé este debut mediorámico para puntualizar alguna cuestión sobre mi participación en esta página. Parafraseando a un viejo profesor: “presentémonos antes de representarnos”.
El peso de sentarse frente a una hoja virtual en blanco sabiendo que en horas será expuesta públicamente no deja de asustarme. Por otra parte, no me dan coraje ni los 140 caracteres de Twitter, y el Facebook directamente me produce un rechazo importante en medio de abrumadoras disquisiciones sobre qué pueden llegar a contemplar y producir los modos de publicar, compartir (de forma no pocas veces abusiva) para el propio emisor como para con el tiempo y la privacidad de los demás. Sin ir más lejos conozco a muchos feisbuqueros a los que les toma horas a diario ver solo en qué andan los demás, algo que, creo, nunca voy a entender. De modo que no sé, ni quiero saber entonces, qué podría mostrar de mí más que mi propio temor en caso de tener cuentas personales dentro de dichas redes sociales.
Entonces, estimados lectores se preguntarán: ¿qué hace alguien así escribiendo en un blog? Desde el principio, junto con mis compañeros hemos tratado de enfatizar (aunque sea para autoconvencernos) de que esto va en serio o que al menos es mucho menos frívolo que lo descrito anteriormente. Lo primero que pasa por mi mente para responder es que estoy acá para escribir y dejarme llevar (un poco al menos) por el encanto de ver cómo transformo las letras en ideas, me ilusionó creyendo que hago magia: escribo.

Sartre hablando de su juventud y su encuentro salvador con la escritura reflexionaba, explicándome mi propio sentir cuarenta y siete años después: “Yo comenzaba a descubrirme. No era casi nada, apenas una actividad sin contenido, mas eso no era necesario (…) el mentiroso encontraba su verdad en la elaboración de sus mentiras. Nací de la escritura: antes, no había más que un juego de espejos; desde mi primera novela, supe que un niño se había introducido en un palacio de cristal. Escribiendo, yo existía, escapaba de los adultos, pero no existía más que para escribir, y si decía: “Yo”; aquello significaba: “yo el que escribe”[1].

En fin, el deseo de escapar siempre está ahí en el camino, lo aceptemos o no, pero para darnos más energía al correr, es necesario mirar atentamente atrás y a los costados y darnos por perseguidos y atrapados solo si lo queremos; además de prestar atención a la vanguardia para tomarla como una guía que no se transforme en obstáculo. Éste es mi modo de darles la bienvenida, y decirles que desconfíen de mí tanto si les digo que solo es un montón de paréntesis en línea, como si los convenzo de que lo mío acá es realmente bueno.


[1] J.-P.Sartre, Les Mots, 2007 (1ªed. 1964), pág.126, Gallimard, Paris.

martes, 17 de mayo de 2011

El día que la horda bajó del Cerro

Foto: Joaquin Moreira Alonso

Fue allá por el año 2002, yo lo recuerdo bien porque ese día nos hicieron salir antes del liceo, un rumor había llegado y se quería preservar la salud de los estudiantes. En esos tiempos estaban cerrando algunos bancos y se empezaba a hablar “de un riesgo país”; capaz que por eso la noticia de una horda violenta e iracunda descendía del Cerro se corrió tan rápido.

Mientras yo me refugiaba en casa y bajaba las persianas, mi tía me explicaba que se estaba copiando el mal ejemplo argentino. Pero yo, que había visto a la turba sabía que era algo más parecido a los campesinos ignorantes que iban a tras Frankenstein, pero con una salvedad: no los movía un monstruo, eran movidos por la anarquía, por el placer de saquear.

Fue un día muy triste en el que se perdieron muchos comercios, tan solo un minimercado llamado “Vicente” se salvó. No se perdieron vidas gracias a que un periodista se animó a dar la alarma para que todos nos cuidásemos de la chusma enajenada que bajaba del Cerro.

lunes, 16 de mayo de 2011

Palabriendo

Foto: Jan Ramírez

Me encanta que la palabra “palabra” lleve en su interior una forma conjugada del verbo “abrir”. Siempre las palabras abren y se abren, son llaves o puertas o bisagras o capullos o ventanas, o pequeños intersticios en los que se cuela el aire renovado de todo lo que se reinventa y se reabre cuando usamos las mismas palabras de siempre para decir nuevas cosas, o abrimos palabras nuevas para nombrar cosas viejas (¿pueden realmente distinguirse ambos procesos?).

Por todo esto, no he encontrado apertura más oportuna para dar inicio a este espacio, que con palabras sobre las palabras. Las palabras por la magia que en ellas se condensa, por los espacios de juego que habilitan, por ser nuestra materia prima pero también manufactura (palabras industriales, palabras artesanales, palabras artísticas), intercambio, trueque y comunicación.

Y para seguir jugando con la palabra “palabra”, al bucear en sus voces etimológicas resulta que es una deformación de “parabla” (¿par-habla?), y ésta es derivada de “parábola”, que significa “comparación, alegoría”(*). Parece que, en sus orígenes, decir una frase, una palabra, se equiparaba a la acción de comparar. Comparar, tal vez, al mundo con esa concatenación de signos extraños y deliciosos que nos hemos inventado para realizarlo, decirlo, decirnos, asirlo, abrirlo.



(*) COROMINES, Joan (2009). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. España: Gredos, Buenos Aires: Del Nuevo Extremo.

Primero la premisa

Fotografía: Ruy Ramírez

En esta primera comunicación virtual-real, creo pertinente marcar una premisa de acercamiento hacia los temas que voy a abordar. Continuando con el afán occidental de conceptualizar y taxonomizar, una duda que me surge es si tenemos claro de qué hablamos cuando mencionamos la sexualidad.

Es interesante comprender que la sexualidad es un proceso, no un objeto. Es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socio-económicos, culturales, religiosos, espirituales, éticos y morales. De esta manera, se evidencia que es un área vasta, cambiante y dinámica.

Además, integra entretejidamente el sexo, el género, las identidades de sexo y de género, la orientación de deseo erótico-afectivo, el amor, el cuerpo. A su vez, se expresa mediante pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, prácticas, actividades, roles y relaciones. Entonces, con todos esos ingredientes, la sexualidad se constituye como un campo de tensiones y tensionado permanentemente.

Si visibilizamos la sexualidad como la experiencia de todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos, podemos reflexionar sobre nuestra integralidad y complejidad. Hallaremos muchas respuestas en nosotros mismos como seres sexuales y sexuados que somos, sin necesidad de apoyarnos en definiciones enciclopédicas todo el tiempo.

domingo, 15 de mayo de 2011

Acá y ahora



"Tiene que arrancar en algún lugar, tiene que arrancar en algún momento. ¡¿Qué mejor lugar que acá, y qué mejor momento que ahora?!"

Elegí parafrasear y traducir la famosa frase de Zack de La Rocha para arrancar mi primer post medioramero. Me parece que esa frase resume el espíritu que deben tener todos los proyectos que uno se propone. También elegí esa frase porque cuando la escuché en vivo, arranqué todo lo que me quedaba de garganta. Voy a hablar de Rage Against The Machine, ya era.

Rage Against The Machine: banda que si desde el primer momento que la escuchás no te hierve la sangre, definitivamente el rock no es lo tuyo. Si la escuchás y no te dan ganas de romper todo, andá a escuchar a Ricky Martin.

La vida me regaló una hora y media para verlos en vivo, y mantengo cada sensación visual y auditiva en mi mente. También recuerdo la amabilidad que tuvo el guardia de seguridad para rescatarme con vida de ese pogo. Gracias man. Igual, si me moría ahí, no importaba. Como diría Zack “What better place than here?! What better time than now?!”

Desmitificando mitos


Primeras defensas no ingenuas al periodismo que hoy nos rodea.


El periodismo es una de las profesiones más criticadas. En tan solo un año de práctica profesional como periodista escuché decir, dentro de una larga lista de críticas, que no decimos toda la información y que nos pagan por difundirla.

No afirmo que el periodista es un ser incorruptible, sino que el denominado “profesional de la noticia”, en primera instancia, es un trabajador. Por lo tanto, que a un periodista le paguen por dar noticias es normal, y que este no las quiera dar gratis no debería asombrarnos. A su vez, la censura como fenómeno está siendo erradicada, ya que el dueño del medio de comunicación encuentra que, entre otros puntos que hacen al aumento del rating, la credibilidad del periodista es fundamental.

Los factores que influyen en la prensa varían de aspectos contextuales a esenciales. Pero ante todo el periodismo es un servicio, ya que a pesar de las críticas recibidas, la información más y menos relevante es difundida. Paradójicamente, a pesar de las críticas a la profesión, los espacios periodísticos dentro de los medios de comunicación son los más consumidos, al menos en Uruguay.