miércoles, 20 de julio de 2011

Nos congelamos

Es el frío y soy yo,

mis manos congeladas buscan mis mejillas

justo antes de dormirme.

La fiebre avanza con la madrugada,

la tos despierta del delirio a sueños y pesadillas.

Amanece de nuevo pero la luz del alba

no entinta los vidrios que miro apenas destapándome.

Nada de eso importa,

ya en la ducha muevo los pies constantemente

para que no se quemen congelados.


Un gato vino a morir al reparo de mi ventana,

sólo ayer de tarde me regaló un postrero maullido,

una última mirada amarilla

que había suplido apenas la ausencia del sol.

Lo envolví en muchas bolsas negras,

de las gotas de la llovizna que iban quedando

surgían destellos de colores.

Después recogí la comida que le había dejado

y que no llegó a tocar.


Tardío, un poco asqueado, desayuno,

hay músicas:

son ellas,

las salvadoras de la des-(luz)-ida

novel anquilosada mañana.

Ya no tengo sueño pero cierro los ojos.

Solo resta salir de viaje a como dé lugar...

1 comentario:

Mar dijo...

Para seguir a tono con la sensación térmica del poema: me has dejado helada.

Pero helada en el mejor de los sentidos, es decir, sorprendida, sin habla, cautivada. Me fascinaron tus palabras. También en estos días lucho contra la tos congelada.