jueves, 12 de enero de 2012

La princesa ya no está triste, algo tiene la princesa

Mediorama Summer se pone más frívolo que nunca, romance scoops a través de las lecturas de “Voici magazine”, “Paris Match” y otros medios de alto vuelo intelectual para las peluquerías galas desde el Cerro para uds. de esta editora de emergencia, humilde servidora. Todo para que uds. estimados lectores puedan salir del paso, en un ascensor por ejemplo, con un: “viste la princesa de Mónaco que dejó al novio por un actor”, y agregar: “de tal palo, tal astilla” y cosas así.

Mi statement desde el paralelo 38…

En serio Carlotta, Ay Carlotta, no te basta ser la más linda de todas las realezas, ser un ícono global fashion, que los vestidos de Lagerfeld te queden como a ninguna, vivir en Montecarlo, y puedo seguir hasta mañana... que ahora te conquistaste a mi cómico francófono favorito, que está divino.
No way, Carlotta! Bah, no sé si me indigno o me paro frente a la compu a aplaudirte. No, mejor me paro y te aplaudo. Sos lo más, más que tu vieja porque sin duda el "primo" de Chochou -mi travesti marroquí predilecto, tremendo sketch- es mejor opción que Vincent Lindon. Si me acuerdo cuando lo vi en el Olympia en su show, ¡qué recuerdos!, y le grité en español que lo quería y él respondió: "también te adoro chica española" en francés, por supuesto.
Pero tá, qué romance de fantasía: la princesa y el bufón. Lo que sí me indigna de verdad son los atrevidos, los que en lo que apenas pueden espiar la realidad, y en el pasado de tragedia, buscan manoseando teorías freudianas para este romance que no pueden creer. Cuando Stefano Casiraghi murió a los treinta años en un accidente en el Mediterráneo con su lancha de competencia, Carlotta (-Charlotte- pero recordemos que los nombres de la realeza se traducen al castellano siguiendo reglas de protocolo) tenía cuatro años, entonces sufrió el primer golpe en su vida a los ojos del mundo y la empírea le enseño que los flashes la seguirían para siempre, lo quisiera o no. Tal vez por eso hoy a los veinticinco al salir de la casa de Gad Elmaleh –quince años mayor que ella-  se nota su caminar firme, su expresión desafiante hasta con una sonrisa como si dijera “y si me tienen que seguir háganlo, yo voy a hacer la mía igual y no tengo porque dirigirles la palabra, no promociono nada, mi fama nunca dependerá de uds. porque nací con ella”. Sí, su postura me transmite eso.
Hace más o menos de un mes se peleó con su novio de cinco años, el novio ideal para una princesa, heredero de una familia importante, súper inteligente, lindo y dispuesto a vivir el resto de su vida a su sombra, hasta le entregó un anillo de compromiso hace unos meses que parece que fue el detonante para que ella tomara la decisión final, desde entonces el diamante con forma de lágrima tomó otro significado para siempre y se convirtió en una de las tantas joyas malditas de la dinastía Grimaldi. Ella eligió aislarse en lo alto de una colina en la campiña francesa, muy cercana al lugar donde su madre se la llevó a vivir junto a sus hermanos durante algunos años.

La novel pareja se conoció en una cena de amigos antes de que la princesa se peleara con su novio y en un breve lapso se encontraron varias veces, algunas por casualidad. Se comenta que ella confesó hace poco a alguna de sus amigas que la primera vez que ella lo vio ya había llamado su atención, fue cuando él rodó en su territorio “Hors de prix” con Audrey Tatou e hizo un show de Stand-up a beneficio en el hotel donde su personaje “trabajaba” como botones.

Así es que el encanto de Gad Elmaleh desde el escenario además de hacer reír y divertirse conquista los corazones de princesas y plebeyas, he dicho. 
Tutubeen, como diría Ruy, pueden encontrar algo con subts. o en inglés,  vean sus pelis por ahí para confirmar lo  talentoso además de lo encantador que es este hijo de Casablanca que se reencontró con el amor en París.

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