jueves, 22 de marzo de 2012

Pongámonos sinestésicos o Músicas para el cambio de estación

Fall Reflections, John Lautermilch


Los uruguayos -o seres humanos en general- atribuimos múltiples fenómenos al “cambio de estación”. Las gripes, las alergias, el mal humor y hasta la propensión a enamorarse. El otoño, claro, viene acompañado de un ánimo más bien nostálgico. No puede haber demasiada efervescencia ante cosas secas que caen sin vida y se apilan desintegrándose, listas para crujir al ser pisoteadas. Sin embargo, como me gusta recalcar ad infinitum, es justamente el “caer” lo que motiva el nombre de esta estación en inglés: “fall”. El mismo verbo que se usa para describir el enamoramiento: “fall in love”. Podría ser un buen título para una comedia romántica yanqui desarrollada en el otoño, a ellos que tanto les gustan los juegos fáciles de palabras. Sea como sea, aunque el otoño sea diametralmente opuesto a la primavera, también es generador de sensaciones agradables igual que el final del invierno, aunque sea el ocaso de nuestro adorado-efímero-espirituoso-quizás-sobrevalorado verano.

Celebrando este proceso transicional climático (a través de una nueva sub-disciplina que nuestro amigo Kolo acertadamente ha denominado “meteorología emocional”),  he querido compartir algunas músicas que me gustan –y mucho- por el hecho de que guardan, en su transcurso, un “cambio de estación”.

A ver si me explico. Ya sabemos que la música es sinestésica por definición. Casi no hay manera de describirla sin recurrir a metáforas provenientes de otras manifestaciones sensibles. Hablamos del “color” de una voz, del carácter “aterciopelado” de un sonido, de la “dulzura” de una melodía, de la “frialdad” de una “tonalidad”… La vista, el tacto, el gusto y quizás hasta el olfato nos prestan sus adjetivos para caracterizar las sensaciones sonoras.

Pero claro, los sonidos producen sensaciones más complejas que estas simples metaforizaciones. Cuando cerramos los ojos y abrimos los oídos, las músicas nos transportan y dibujan sus trazos imaginarios en el oscuro telón de fondo –al menos así lo imagino- de la mente (¿meta-imaginación?). Entre las sinestesias que me surgen, la del “cambio de estación” es una gran preferida. Hablo de piezas musicales zanjadas por un punto de inflexión, una transformación que me lleva a percibir la finalización de una estación, el comienzo de otra.

Desde el punto de vista “objetivo” del análisis musical, estas canciones presentan cambios de texturas, de estructuras, de comportamiento melódico o composición rítmica que, en su recepción subjetiva, comunican un cambio de clima. Ya interviniendo los factores simbólicos (es decir, convencionales) acerca de los sentires y estados de ánimo provocados por cada una de las cuatro estaciones, hasta podría decir cuál es el pasaje estacional que produce ese cambio en el devenir de una canción.

Vivaldi y Piazzolla usaron esas sinestesias estacionales deliberada y magistralmente. Otras músicas las transmiten tal vez sin quererlo (salud por la apertura de interpretaciones). Como muestrario, comparto tres obras musicales que, para mis oídos-ventana-termómetro, representan la transmutación de estaciones. Aquí van. Cuidado con los resfríos.
  
Amsterdam de Coldplay. Adiós  invierno. Holanda primavera

Lo que más me gusta de esta canción es que, pese a no expresar un júbilo absoluto, mantiene una confianza de que, pase lo que pase, todo estará bien. Esa misma idea es representada, metafóricamente, en la aparición de los primeros brotes tras los meses infértiles del invierno. El cambio exacto se da tras el segundo estribillo. El piano agudo que protagoniza el puente instrumental es, para mí, el anuncio del reverdecer de la primavera (minuto 3:33). Ya cuando llega la explosión rítmica (3:57), las flores y pájaros y ríos descongelados y todas las imágenes cursis y trilladas que nos han inculcado desde la escuela sobre la primavera son protagonistas del paisaje, sin olvidar el sol cada vez más caliente cuando empezamos a sentirlo de verdad por la ventanilla del bus.


I remember de Damien Rice. Recuerdos de la sucesión otoño-invierno


El quiebre en esta canción es más radical.  Son, más bien, dos canciones ensambladas: la primera, dulce y suave, interpretada por Lisa Hannigan; la segunda, cruda e intensa, por Damien Rice. En ese quiebre (2:20) entre la primera y segunda canción puede sentirse la transición abrupta entre la relativa placidez otoñal y la furia tormentosa del invierno. Además, es un tema que trata de los recuerdos. Y todos sabemos que los meses fríos son por definición propicios a la nostalgia.


Ixtapa de Rodrigo y Gabriela. Bailar el equinoccio



Desde que un amigo me los presentó, no puedo dejar de escucharlos. Y menos este disco, mezcla de salsa y guitarras flamencosas, éxtasis para mi sedienta alma bailadora. Díganme si el arranque de este tema no grita VERANO. Hasta el minuto 2:00. Ahí cayó la primera hoja, y todo lo que viene después (con sonidos de un extraño instrumento que remite a la música oriental) es otoñal. Hasta que hacia el final explotan acordes primaverales. Me estoy dando cuenta lo extremadamente cursis que suenan mis sinestesias.

"Canon" (Picnic Suite) de Claude Bolling. El ciclo anual en una sola pieza

La titulación de esta obra de Bolling nos introduce en uno de los iconos primaverales por excelencia: el picnic. Esta preciosa suite está compuesta por siete movimientos, todos caracterizados por una brillante mixtura entre melodías clásicas y tonalidades del jazz. La guitarra y la flauta en su ancestral dueto se entremezclan con la batería, piano y contrabajo para crear climas bien diferentes (y sumamente armónicos) a la interna de cada composición.
La pieza llamada “Canon” es mi preferida, justamente, por llevar al extremo esos cambios climáticos: del alegre barroco al soberbio jazz (del verano al otoño, 0:53), del jazz a lo melancólicamente clásico de nuevo (del otoño al invierno, 1:39) y, finalmente, cerrando el ciclo, vuelve la melodía inicial (del invierno a la primavera, 2:33) con matices  que fusionan los componentes clásicos y jazzísticos. Un paralelismo sinestésico que contempla todas las estaciones.


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