viernes, 17 de junio de 2011

Al fondo que hay lugar

Foto: Ruy Ramírez
Hace muy poco vi a un conductor de un ómnibus dejar caer a una mujer a la calle desde la puerta del coche. El “animal” abrió la puerta mientras coche estaba en movimiento y la mujer, que iba a bajar, esperó a que aminorara la marcha. Cuando creyó que el vehículo se detenía (de hecho ya casi frenaba por completo) acercó un pie a la vereda. En ese momento el ómnibus aceleró (nunca llegó a detenerse por completo) y la mujer, impulsada por el acelere repentino, cayó a la calle. Sin entrar en el evidente escándalo que se dio en ese coche luego de la “bestial” actitud, me pregunté: ¿en qué quedó aquello del transporte público como un “servicio”?

El Sistema de Transporte Metropolitano (STM) depende de la coordinación entre las empresas de transporte que circulan por la capital –Cutcsa, Come, Raincoop, Coetc y Ucot– y la Intendencia de Montevideo (IM). Allí se ejecuta un plan de acción, donde se establece que cada empresa tiene adjudicadas determinadas líneas y que a cada línea le pertenece un recorrido con determinada frecuencia.

En los últimos años la situación del STM mejoró. La nueva tecnología permite llevar un estricto control del número de boletos vendidos, evita que los guardas viajen con grandes cantidades de dinero y facilita la ubicación del ómnibus gracias al sistema GPS instalado en las máquinas expendedoras de boletos, entre otros beneficios. Sin embargo, el transporte público debe modificar varios aspectos para que se pueda afirmar que se habla de un servicio.

El ómnibus burgués y perverso

El precio del boleto es elevado: $18. La comuna se enfrentó a la inflación, al costo por renovación de flotas y al aumento del salario mínimo de los trabajadores municipales, entre otras dificultades (recordemos que el precio del combustible no afecta al boleto dado que lo subsidia el Ministerio de Transporte). Si la IM no tiene fondos para subsidiar el precio del boleto –sin contar el de estudiantes y jubilados que sí los subsidia– y evitar de ese modo que aumente de costo, no me explico cómo es posible que aumente los salarios de los trabajadores. Evidentemente, el usuario del STM protestó menos que los trabajadores nucleados en la Asociación de Empleados y Obreros Municipales. Puede que esta comuna solo facilite las cosas cuando se siente presionada.

Por otra parte, la condición en que viajan las personas en las horas “pico” es indignante. Entre las 6 y las 8 horas, y entre las 18 y las 20 horas, los ómnibus de la capital circulan repletos y los pasajeros se ven obligados a viajar incómodos y con poca, o escasa, movilidad. Según declaró a Metrópolis FM el director de Tránsito y Transporte de la IM, Hugo Bosca, esta dificultad es sabida por la comuna y se solucionará cuando finalicen las obras en la Avenida Garzón, que dan inicio al denominado “Plan de Movilidad”, con el que modificarán las principales avenidas de la capital: corredores más grandes para los ómnibus, paradas cada 400 metros y una velocidad comercial que llegará de los 17 a los 20 kilómetros por hora (hasta ahora se encuentra entre 13 y 14 kilómetros por hora). Según Bosca, “se colocarán terminales en puntos clave para que los ómnibus se descongestionen allí” y de ahí varios coches locales partirán hacia los barrios, viajando de ese modo con menos pasajeros. Las obras en Garzón culminarán en 14 meses, ya con la primera de estas terminales construida en Colón. Justamente ahí radica el problema: habrá que esperar varios meses para ver, no la solución al problema del hacinamiento en los ómnibus, sino el inicio de lo que las autoridades estiman será la solución. Para aquellos que solemos viajar en ómnibus, sabemos que este problema no tiene pocos años de vigencia en la capital.

En este momento al frente de la IM se encuentra Ana Olivera, docente de profesión. Rechazo la idea de que le falte inteligencia para gobernar y por ello creo en un cambio de actitud ante la problemática del transporte público. Juan Salgado, presidente de Cutcsa, afirmó a Metrópolis FM que “tenemos uno de los mejores transportes de América Latina”. Si bien Salgado trabajó durante años en un ómnibus, quisiera saber hace cuánto que no se sube a un 185 –de Cutcsa– y viaja desde el Cerro hasta Pocitos a las 7 de la mañana, cuando las cosas se ven como son.

2 comentarios:

Marianita Indignada dijo...

Los ómnibus son la fuente de casi todas mis amarguras. Yo empiezo bien el día, hasta que demoro 55 minutos en llegar desde Las Piedras hasta Propios y General Flores, y después media hora desde ahí hasta el Shopping... No todos los guardas y choferes son "bestiales", también hay pasajeros sumamente agresivos, pero me indigna (como bien usas tú esa palabra) que por ser pobres y no poder andar en auto (de hecho, hay casi un promedio de un pasajero por cada auto en las calles de Montevideo) tengamos que viajar asfixiados, mucho peor que las vacas en un camión.

Me encantó tu columna, me has dejado ser una vecina que opina!!

Anónimo dijo...

hay que matar a la raza guarda!!!
ya lo vengo diciendo hace años!
ya llegará mi programa radial PEGUENLE AL GUARDA y la verdad se sabrá.
Arriba los que luchan