sábado, 3 de septiembre de 2011

Derecho de muerte

Carlos Foorbes Cano era el típico magnate millonario americano. Un hombre de negocios que nunca tuvo tiempo para su inexistente familia o para cuestiones de fe.
Sin tener el menor aviso o señal, a Carlos – al igual que a todos – le llegó su momento definitivo y todo su poder no le ayudó a escapar de la muerte. Como no tuvo herederos, testamento, socios o afecto alguno, la fortuna del magnate fue a parar en arcas del estado.

Foto de: Laura Recalde
Las noticias de la estatización de la fortuna se fueron desperdigando hasta que llegó al cementerio indio, donde descansaban todos los Canos. La mala nueva y la tierra indígena lograron lo impensado: que Carlos rompiera el panteón para poder volver a respirar y resolver aquello que fue profanando su muerte; Carlos piensa recuperar su Fortuna y todos sus derechos de hombre vivo.
Cuando el ex cadáver sale a la vida pública todos se sorprenden y se niegan a devolverle sus cosas al ex – finado. Por primera vez en su vida (y muerte) Carlos va a estar del lado más alejado del poder ya que toda la jurisprudencia va a estar en su contra.
Pese a sus discrepancias políticas el único aliado que va a tener en su odisea legal va a ser un joven aficionado a las leyes y dedicado totalmente al espiritismo con el cual van a llevar el caso a la Suprema Corte de Justicia.
Finalmente Carlos se va enfrentar a todo un sistema burocrático estatista para poder recuperar todo lo que fue su vida tras la muerte.

Abogado
Todo el jurado es parcial
Fiscal
Objeción, no tiene argumentos
Abogado
Pero claro que los tengo. Cada integrante del jurado está vivo y mi defendido está muerto

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