jueves, 2 de junio de 2011

Palabras para pasar tiempo

Algunos veranos dejan demasiado tiempo libre. Desde eneros inmemoriales, una de mis maneras preferidas para atacar el ocio estival han sido los crucigramas: memorizar miles de correspondencias entre definiciones y vocablos, nombres de ríos de todos los continentes y toneladas de sinónimos, antónimos y siglas.



Pero un verano no me contenté solo con resolver crucigramas. Quería crearlos. Saciar mi inagotable apetito crucigramático inventando pasatiempos sobre servilletas o viejos cuadernos.
Además de un diccionario, sólo necesitaba dos reglas: (1) el instrumento de geometría para hacer líneas rectas y delinear los casilleros de forma prolija y (2) la única regla imperativa que se debe respetar para formular crucigramas: todo vale. Cualquier palabra es válida si se adecua a la definición que uno mismo establece. Adoptando ese criterio general y siguiendo algunas tácticas de diagramación básicas (abusar de los plurales o de los casilleros negros cuando es necesario), inventar crucigramas es una tarea sencilla.


Sí, era como jugar un solitario en el que vemos todas las cartas, o desatar una batalla de ajedrez con uno mismo, pero además de desafiarme a completar mis propios crucigramas, me regocijaba pensar que si me entrenaba, tal vez, podría tener una fuente de trabajo formulando pasatiempos para las revistas Quijote o Jocker.

Lejos de ofertas laborales, lo que obtuve fue dolores de cabeza de tanto pensar cómo lograr que todos los cruces de letras formaran palabras con sentido (aunque fueran apócopes, nombres propios, ciudades, términos extranjeros o iniciales). Y obtuve, también, la confirmación de que mis pasatiempos de verano no están a la altura de una saludable e hilarante vida socio-juvenil. Pero, al menos, ahora juego al scrabble con mejores herramientas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial. Tal vez de tan obvio que era, nunca se me pasó por la cabeza hacer un crucigrama.