La radio, la tele, las revistas, las banderas en los puestos de verdura lo promocionan a gritos. El fútbol está de moda, y a juzgar por el desfile de imágenes y tendencias capilares y marcas de camisetas que se apegan a los cuerpos de los jugadores, podemos afirmar algo más: el fútbol es moda.
Los pies no son el único centro de culto del jugador actual. Cada fragmento de su musculatura es objeto de admiración, de idolatría, de deseo. La destreza técnica y las aptitudes deportivas no son suficientes para convertir a un simple futbolista en un ídolo multitudinario. El ídolo, en su condición simbólica y su iconismo exacerbado, necesita otras cualidades para destacarse y ser consumido -digo, aclamado- por "la gente". Desde una sonrisa encantadora hasta un peinado estrafalario, cualquier rasgo distintivo es válido para ensalzar ya no al deportista, sino a la figura deportiva.
Raros y nuevos peinados
La cancha del partido Venezuela-Brasil de ayer parecía una verde pasarela de Giordano donde desfilaba una colección de peinados inusuales portados por el combinado verdeamarelo: crestas y claritos al estilo punk-ochentoso, sazonados con el bronceado que solo los brasileños saben lucir. Tampoco el comentarista del partido tardó en asociar el despliegue de estética capilar con la célebre canción de Charly García.
El líder, por supuesto: el nuevo mejor jugador du mundu, el infante Neymar. Maliciosa fue mi sonrisa cuando me enteré que, al ingreso de la final Santos-Peñarol, un peluquero se había hecho de unos cuantos billetes cortando miles de cabelleras con el peinado neymaresco. El fútbol es una moda, pensé. Una moda seguida por hinchas y jugadores, y por todo el engranaje de relatos mediáticos que lo reconstruyen. Las cabezas en el fútbol no solo sirven para cabecear centros, sino para marcar tendencias.
En 2010 hubo un almanaque que se vendió más que el de la chica Fevy: el calendario celeste. Devenidos en modelos instantáneos, los jugadores de la selección infunden cada lámina de altas dosis de virilidad y sex appeal, cada uno con sus señas identificatorias.
El carisma de Abreu. La dulzura de Lugano. La sonrisa angelical de Cavani (el representante de la alta costura charrúa). La mano de Dios-Suárez. Las trencitas étnicas de Palito. Solidaridad, valentía y ternura se adozan con miles de valores positivos que los vuelven hasta físicamente más lindos (si hasta Arévalo tiene lo suyo) y los convierten en el hermano mayor que todo niño quisiera tener, el sobrino del que toda mujer de más de cincuenta quisiera enorgullecerse, el novio al que toda chica quisiera tomar de la mano.
Los gritos femeninos que se oían en el estadio de Rivera cuando, ante Estonia, "el Diego de los uruguayos" tocaba la pelota, no aplaudían su gracia futbolística. Aludían a su atractivo físico, su reciente soltería, su popularidad ejemplar. Eran casi los mismos gritos que los clubes de fans lanzan ante sus baladistas adorados. Pero acá no tenemos Justins Biebers, ni Ricky Martins. Ese lugar, popular y mediáticamente, lo ocupan los jugadores de fútbol, con sus rostros esparcidos en pósters, postales y vinchas. Con la salvedad de ser amados por fanáticos de la cumbia, Los Olimareños, el rock y Luis Miguel por igual.
Entre Paula y Ovación
Las grandes marcas de perfumes e indumentaria deportiva encuentran en los jugadores de fútbol más famosos del mundo los rostros y cuerpos para promocionar sus productos, mientras que esos rostros y cuerpos se promocionan sí mismos como productos. La rudeza y tosquedad como atributos del deporte masculino en contraposición a la delicadeza femenina es desplazada por la metrosexualidad de Cristiano Ronaldo, la elegancia fashionista de Beckham y la grácil danza de Ronaldinho. Ya no son deportistas. Son celebrities. Se casan con las Spice Girls y se ennovian con Shakira.
Los heroicos celestes no escapan a estas tendencias publicitarias. También en nuestras publicidades los futbolistas son los referentes para aumentar la credibilidad de los productos, y hasta protagonizan -aunque sin quererlo- las revistas del corazón de la vecina orilla.
Entre TyC Sports y el E! no hay tanta distancia como parecía. O quizás nunca lo pareció. Quizás todo estaba esperando a que se diera un fenómeno como Sudáfrica 2010 para que la fusión de géneros televisivos alcanzara dimensiones celestiales.
2 comentarios:
Dartagnian Pereyra, El mudo Montero Castillo, Luis Garisto, El indio Olivera, Samantha Rodríguez, El pecho Sanchez, El boya Pereyra, Krasosky, El mono Candia, El Chengue y El Gaby Cedrés.
Un cuadro de hombres, de hombres feos y valientes.
Qué inspirado lirismo en esta columna, lady Marian!
Impecable como siempre, pero esta vez cómo se nota el entusiasmo!
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