miércoles, 27 de julio de 2011

Somos lo que logramos comparar

En un libro que me gusta mucho sobre el arte de la pantomima que se llama "Paroles sur le mime", es decir, "Palabras sobre el mimo" de Etienne Décroux leí unas palabras justamente que me impactaron tremendamente. No son sobre la pantomima en particular y por eso decidí compartirlas con ustedes son de un capítulo con un nombre bastante provocativo: “Antes de ser completo el arte debe ser”. Y habla de la comparación en la que intervienen numerosos sentidos a la vez, de la sinestesia de la que se nutre habla en estos términos:
“La voz blanca, la redondez de un sonido, el color de un texto, el relieve de un diario, el peso de un pensamiento, el calor de un corazón (…) Comparación=emoción
. La comparación, cualquiera, de lo que se trate se hace nuestro insumo (…) La comparación no es directa. Comparar no es ir de un punto al otro por el camino más corto. Es atrasarse, es salirse de la autopista para pasearse un poco por las vías que la cortan. Comparación es lujo.”

¿Qué no puede haber en el todo? Tal vez mis ganas de abrir senderos y ver qué es lo que quiero ver para no perder más tiempo.
El privilegio de entrenar ojos, oídos, manos y piernas para hacer de esa expedición hacia algo que valga la pena no me puede abandonar, no puedo dejar de olvidarme de eso.

¿Será que somos nuestra capacidad de mostrarnos así mismos que podemos ser más? Yo creo que más que somos lo que comparamos; somos que hacemos por aprender a comparar con mejores fundamentos, sin importar si hablamos de la música que escuchamos, las elecciones profesionales que hacemos o las relaciones interpersonales que sostenemos.
No es cuestión de creer que todo en el mundo es simple armonía y que estamos acá solo para establecer correspondencias imbuidos en las pseudo capacidades poéticas que nos agobian, pero nos hacen respirar, como hoy por ejemplo.


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