Lo primero que es pertinente decir es que Lars Von Trier es un tipo raro, tan solo piensen que se casó con Bjork que es algo así como una china islandesa que se viste raro y que cuando canta parece comunicarse con cetáceos. Este tipo raro también se destaca por hacer filmes para demostrarnos que él es mejor que el resto de los mortales; desde la creación del Dogma 95 hasta el juego de rayuela cinematográfico llamado Dogville[1]. Francamente creo que a todos nos gustaría decir que es un estúpido, pero tan solo podemos decir que es un estúpido narcisista que hace filmes interesantes.
Sucede que está aconteciendo el Festival de Cannes, que el propio Trier tiene su filme Melancholia[2] en competencia y que aprovechó tal espacio para meterse en uno de los flancos más frágiles del cine. Frente al pedido de que hablara de sus raíces alemanas el director Danés proclamó cosas como: “Pensé que era judío durante mucho tiempo y estaba muy contento siendo judío… pero resultó que no era judío… pero de todos modos, realmente quería ser judío y después descubrí que en realidad era un nazi, ya sabes, porque mi familia era alemana, lo que también me agradaba… ¿Qué puedo decir? Comprendo a Hitler. Creo que hizo algunas cosas mal, sí absolutamente, pero puedo verle sentado en su bunker al final…". Todo el discurso estaba dentro de un montón de aclaraciones de que no era antisemita y que no apoyaba la segunda guerra mundial. Pero las prevenciones no fueron suficientes ya que fue declarado persona non grata para el festival, se lo obligó a disculparse y se lo instó a que en caso de ganar no vaya a recibir nada.
Si bien siempre se puede volver a repetir que Trier es un estúpido que hace todo con una sonrisita jactanciosa; creo que realmente no dijo nada. Porque ciertamente este incidente habla más de la industria del cine que del nazismo.
Es sabido que en el cine no hubo una buena cicatrización del nazismo, todavía hay una necesidad de encontrar nuevos héroes, de revivir las hazañas de tal pelotón y de hacernos recordar que Hitler era malo. Efectivamente Hitler era un mal tipo, pero hay una necesidad de recordarlo que no parece saludable.
No es solo el hecho de que cualquier película del holocausto gane el Oscar sin importar que tan paupérrima sea (recuerden La Vida es Bella[3]), tampoco es el hecho que algunos les cueste decir que El Triunfo de la Voluntad[4] es uno de los mejores documentales de la historia a pesar de ser nazi.
El verdadero hecho es que el cine ha decidido ser un recordatorio por todas las penurias que vivieron los judios en el holocausto. No por nada Tarantino en Bastardos sin Gloria[5] decide falsear la historia y matar a Hitler dentro de un cine y mientras una gran cara judía se ríe de cómo cayeron en la trampa.
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