miércoles, 25 de mayo de 2011

Cuando el Mundo no era necesario (Cuento en clave de nostalgia infantilista)

De y Para Mati, Euge, Gonza,

Tati, litle G and friends y Totó M.


A veces, cuando pienso en él y la tristeza se extiende como la oscuridad al apagar la luz antes de dormirme, logro ver el frente de aquella casa tal como era antes. El enrejado de hierro verde vuelve a ser una pared de grateos cuidadosamente podados, dándole otro esplendor a aquel tono; mientras que los resortes maltratados del portón de madera repican.

Entonces, él, su sonrisa, su beso cálido, su abrazo fuerte que debía compartir con hermanos y primos. El sendero de hormigón barrido hasta la vetusta casona era desparejo, y entre sus grietas: pastitos y hormigas negras, grandes e inquietas que marchaban y jugaban (como nos gustaba pensar) como y con nosotros.

Cada tarde era más anaranjada y eterna que la anterior porque solo nosotros corríamos, todo alrededor era lento. Fuimos la aventura, el enojo y la reconciliación en cada juego, en cada revista de historietas, en cada libro al sol y sabor de mandarinas otoñales. El Mundo no era necesario.

Solo él cruzaba los muros incorpóreos sin parecer invadir nuestro Fuerte de viento rajado por las largas manos de un paraíso. Se trata siempre de la risa, la pregunta y el silencio, sin imperativos (lo que era dominio de los otros adultos extramuros). No son pocas las veces en las que pienso eso y mi mente queda en blanco porque el reencuentro es un imposible, ni ese grupo de niños pequeños, ni la casona, ni él pueden ser invocados ya en tiempo presente.


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Aunque ya no uso brochecitos de colores y medias con puntillas, y los pelilargos esmirriados de alpargatas y morral ya no me arrancan suspiros, usufructo sus artilugios para contemplar los juegos infantiles e irrumpir en la vida, todo sigue siendo la risa, la pregunta y el silencio.

Hoy los cercos eléctricos encimándoseles en el patio enrejado del edificio interrumpen la mirada de los niños al cielo, ese ya no es mi Fuerte. Las batallas las libramos en campos más inseguros, quién sabe en qué tipo de guerreros nos hemos convertido… tenemos tan solo el recuerdo de un Noble Caballero de la Orden de las Bicicletas Malpintadas.

2 comentarios:

Comentarista misteriosouuh dijo...

Se disfruta mucho su narrativa, me hiciste acordar a "Juguetes Perdidos" no se porqué.

Che no estaba solo Bobby también estaba Richard Bona pensé que alguien que lo vio de cerca lo reconocería.

Marian dijo...

Qué pluma, señorita, y qué manera de pintar los recuerdos...

Sería tan lindo que volvieran esos mundosn innecesarios que podíamos inventar cuando queríamos...