viernes, 27 de mayo de 2011

Desmitificando mitos, parte 2

Sin pretender ser un estudio sobre el Rating como fenómeno comunicacional, quiero mostrarles cómo se convive con la idea de saber que tu trabajo es juzgado por miles de personas.

Parece que hay unos aparatitos que si se los instala en determinadas televisiones seleccionadas estratégicamente a lo largo y ancho de la ciudad (o del país), posibilitan saber más o menos qué programas son los más vistos. Y parece que un grupo de personas son contratadas para realizar llamadas telefónicas a varias casas, también seleccionadas estratégicamente, y de ese modo saber qué radios escuchan y a qué hora. Según se dice, se trataría del fenómeno del “Rating”.


Tan enemigo como amigo del periodista, el Rating siempre está presente. La necesidad de saber si tu trabajo es visto o escuchado por alguien te viene a los dos o tres meses de actividad profesional. Es entonces que ya no se sabe si se trabaja para el regocijo personal o para el público. Es verdad que el periodismo es un servicio, y bajo ese precepto, todo trabajo periodístico es para el público. El asunto es saber si la labor realizada se hizo en función de lo que el periodista cree que ese público debe saber, o si lo hizo en función de lo que ese público consumirá, independientemente de los gustos del profesional de la noticia.


El otro punto aquí en juego es la publicidad. ¡Sí, es verdad! El periodismo y la publicidad también hacen negocios, y no está mal si se respetan los límites de la ética periodística. ¿Acaso usted, amable lector, pagará las horas que el periodista dedica a realizar su trabajo? El abogado gana su sueldo, el taxista también, igual que el peón de la construcción. La publicidad se instala en los programas más vistos o escuchados, y de ese modo los periodistas pueden cobrar su sueldo. Otra vez juega el Rating.


El tema de fondo siempre es manejar con cuidado ese fenómeno, y no volverse el Gollum del periodismo y vivir por y para el rating. No hay que temerle al Rating, hay que entenderlo, hay que jugar con él, y no dejar que él juegue con nosotros. Es necesario lograr intercalar las dos esferas – la del atractivo del tema y la de la publicidad – para lograr cierto éxito profesional y, por qué no, económico al mismo tiempo.

4 comentarios:

Lourdes Nievas dijo...

La cuestión sigue pasando por el cómo que no pocas veces resulta hasta indignante de ver, oír o leer.

Anónimo dijo...

Todas las columnas son una defensa del establishment.

Comentarista misteriosouuh dijo...

JAJAJA EL COMENTARIO DE ANÓNIMO ES MUY BUENO. Establishment? donde aprendiste esa palabra, en la ORT? excelente

El otro dijo...

Creo que es más una cuestión de entender cuestiones situaciones que el receptor no tiene por qué conocer...